- Los evangelios esos,
¿son historias de Jesús?
No..., no son
libros de historia. También tienen historia, pero unida con reflexiones,
meditaciones, símbolos, comentarios... A través de ellos y de otras
informaciones de la época podemos saber bastante de Jesús.
- Cuéntame algo.
Que fue israelita,
que vivió allí en Palestina, entre los poderosos reinos de Siria y Egipto...
Que creció en una región del norte, Galilea, con colinas verdes y un lago lleno
de agua, que era de familia pobre, que trabajó en carpintería y otras
chapucillas, que de mayor se fue junto al río Jordán donde bautizaba el profeta
Juan (el Bautista, claro) y desde entonces también Jesús se dedicó a predicar
durante uno, dos o tres años; que la gente, sobre todo la gente pobre, se iba
detrás de El y hasta hubo un grupo que se iba
organizando en torno suyo; pero que el tal Jesús no cayó nada bien, por lo que
hacía y decía, a los que tenían la sartén por el mango y no pararon hasta
matarlo, pero que su grupo...
- ¿Quiénes eran los amos de la sartén y del mango?
Pájaros de
distinto tipo:
Los romanos que
andaban metidos en todas partes. Palestina entera era como una base ameri...,
digo romana.
El gobierno era el
Sanedrín, compuesto por la gente rica y los curas.
Bueno, no eran curas, eran los sumos sacerdotes del templo, que era distinto,
porque no había más que un templo en todo Israel.
También andaban
por allí los escribas, es decir, los «leídos y escribidos».
- ¿Y la gente corriente?
Había de todo. Los
fariseos, una especie de beatos, que no podían ver a los romanos, pero que
andaban siempre incordiando con la ley en la mano y con otras muchas leyes que
se inventaban. Tenían diarrea de leyes. (Algunos fariseos eran escribas, para
estropearlo más).
¿Y los publicanos?
Los publicanos
eran unos desgraciadetes que se encargaban de cobrar los impuestos para el
imperio... El primer ensayo de la deuda externa.
- ¿La qué?
Nada, olvídate.
- Pero ¿qué me dices del
pueblo, pueblo...?
El pueblo, pueblo estaba bien jofastidiado,
pagando los impuestos al césar romano y al templo, aguantando las chulerías de
los fariseos y las leyes que se inventaba el gobierno, sin referéndum ni nada.
Encima no había seguridad social ni nada de eso. La mujer que se quedaba viuda
o el niño huérfano o el inválido, estaban apañados. Unos hombres trabajaban en
el campo, otros eran artesanos, había pastores que andaban solitarios por los
campos y estaban bastante mal vistos.
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