lunes, 18 de febrero de 2013

DE COMO JESÚS ES UN HOMBRE DE VERDAD Y NO UN EXTRATERRESTRE Y DE LO QUE PODEMOS SABER DE SU HISTORIA


- Los evangelios esos, ¿son historias de Jesús?
No..., no son libros de historia. También tienen historia, pero unida con reflexiones, meditaciones, símbolos, comentarios... A través de ellos y de otras informaciones de la época podemos saber bastante de Jesús.

- Cuéntame algo.
Que fue israelita, que vivió allí en Palestina, entre los poderosos reinos de Siria y Egipto... Que creció en una región del norte, Galilea, con colinas verdes y un lago lleno de agua, que era de familia pobre, que trabajó en carpintería y otras chapucillas, que de mayor se fue junto al río Jordán donde bautizaba el profeta Juan (el Bautista, claro) y desde entonces también Jesús se dedicó a predicar durante uno, dos o tres años; que la gente, sobre todo la gente pobre, se iba detrás de El y hasta hubo un grupo que se iba organizando en torno suyo; pero que el tal Jesús no cayó nada bien, por lo que hacía y decía, a los que tenían la sartén por el mango y no pararon hasta matarlo, pero que su grupo...

- ¿Quiénes eran los amos de la sartén y del mango?
Pájaros de distinto tipo:
Los romanos que andaban metidos en todas partes. Palestina entera era como una base ameri..., digo romana.
El gobierno era el Sanedrín, compuesto por la gente rica y los curas. Bueno, no eran curas, eran los sumos sacerdotes del templo, que era distinto, porque no había más que un templo en todo Israel.
También andaban por allí los escribas, es decir, los «leídos y escribidos».

- ¿Y la gente corriente?
Había de todo. Los fariseos, una especie de beatos, que no podían ver a los romanos, pero que andaban siempre incordiando con la ley en la mano y con otras muchas leyes que se inventaban. Tenían diarrea de leyes. (Algunos fariseos eran escribas, para estropearlo más).

¿Y los publicanos?
Los publicanos eran unos desgraciadetes que se encargaban de cobrar los impuestos para el imperio... El primer ensayo de la deuda externa.

- ¿La qué?
Nada, olvídate.

- Pero ¿qué me dices del pueblo, pueblo...?
El pueblo, pueblo estaba bien jofastidiado, pagando los impuestos al césar romano y al templo, aguantando las chulerías de los fariseos y las leyes que se inventaba el gobierno, sin referéndum ni nada. Encima no había seguridad social ni nada de eso. La mujer que se quedaba viuda o el niño huérfano o el inválido, estaban apañados. Unos hombres trabajaban en el campo, otros eran artesanos, había pastores que andaban solitarios por los campos y estaban bastante mal vistos.



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