En estos momentos parece que estamos en la iglesia en una
balsa de aceite. Todos ilusionados con el nuevo Papa, Francisco.
Pero mientras hay acontecimientos que merecen la pena
comentarlos y quizás dar un giro en nuestra práctica eclesial.
Sabemos que el día de
las fiestas de Arnedo, el presidente de gobierno de la Rioja, D.Pedro Sanz,
negó el saludo, como lo viene haciendo varios años, al párroco, porque no lleva
sotana, porque se mete en política …y porque no le conocía
Luego el presidente se puso en primera fila y el párroco se
fue a la sacristía porque pensó que no podía compartir la eucaristía con
alguien que le negaba el saludo. Recordó aquello del evangelio:” si cuando vas
a hacer tu ofrenda, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti,
deja tu ofrenda y vete primero a reconciliarte con él”.
Veo dos aspectos: primero que nos afecta a todos los
cristianos: el celebrar la eucaristía nos exige previamente estar en paz con
todos, reconciliarnos antes.
El segundo aspecto es que veo mezclada la política y la
religión. La eucaristía es la celebración de los cristianos de la entrega en la
muerte y resurrección de Jesús: su entrega total: partirse y repartirse.
En una celebración de este estilo no veo sentido a
presidencias, los demás lugares deben ser
indistintamente ocupados por los fieles. Y si hay algún privilegio, creo que
éste ha de ser para los pobres y los pecadores. No entran ahí categorías
humanas ni políticas.
Ya sé que es algo que se hace en casi todas las parroquias,
pero ¿no sería buen momento para plantearlo? Si los políticos quieren
participar en la eucaristía, lo pueden hacer y muy bien en un banco cualquiera
pero no como presidiendo. Y mucho menos si lo hacen separándose según el color
del partido. Jesús nos invita a compartir juntos, a escuchar su palabra, a
celebrar su Presencia y su entrega y a darnos la paz y a comulgar en su
entrega.
Quizás seguimos mezclas de una cristiandad. El momento es
difícil y apasionante. Muchísimas personas no participan en la celebración de
la eucaristía a no ser en actos oficiales. Creo que sería bueno el ir viviendo la
eucaristía no como parte de un programa de fiestas- (en algún pueblo me ha
invitado el ayuntamiento a misa), sino como celebración desde la fe en Jesús muerto
y resucitado. Misa, momento de reconciliación desde Jesús.
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