jueves, 5 de junio de 2014

Dimitir



Es la noticia de la semana y del año. Juan Carlos ha dimitido como rey.

No voy a entrar en el lado político de valoración y de conveniencia de uno u otro sistema político.  Somos cada uno libre para pensar. Hoy me quiero referir sobre todo al hecho de que ha renunciado a ser rey. Abdicar, renunciar… Eso es algo a alabar. Lo hizo el papa Benedicto XVI. Lo hace ahora el rey. Veo que el mundo estamos regidos por personas mayores y hay que dar paso a la juventud.
Es cierto que las personas mayores tienen sabiduría, experiencia, serenidad y muchísimas cosas muy válidas. Y creo que hay que aprovecharlos. Me da mucha pena que no  nos beneficiemos de la sabiduría de un médico jubilado, de un profesor, de un agricultor, de un ganadero, de una modista, de un ama de casa.  Saben muchísimo. Lo bonito será llegar a una colaboración. Quizás los jóvenes tienen que llevar el timón, pero escuchando mucho y aprovechando los saberes y lo vivido por los mayores.
Hay un colegio de Logroño donde los padres, abuelos… entran constantemente y colaboran con los alumnos y los profesores
Saber retirarnos a tiempo, pero sin renunciar a participar en la vida de la sociedad, sin dejar de trabajar por ir creciendo y por ser útiles a los demás.

Menudo partido


Soy un español raro. Hoy me he enterado a las 10 de la mañana del resultado del partido de anoche en Lisboa.  Me lo propuse y quise hacer huelga. Estoy indignado de que ese sea el gran acontecimiento, la gran noticia, dado por todos los medios a lo largo de toda la semana y en especial, desde las siete de la mañana del sábado. Indignado de que acudan los grandes poderes como un acontecimiento importante. De que haya tantos miles que acudan a verlo. De que se paralicen las ciudades y los pueblos por verlo.
Ya sé que puedo muy poco, pero  he querido hacer huelga y no ver el partido. (¿Qué tal si  varios millones hubiésemos hecho huelga?)
Luego decimos que no creemos en dioses. Y acudimos en masa a Cibeles y Neptuno. Al nuevo dios: el futbol. Lo grave es la cantidad de millones que se invierten en esto y que luego no haya para resolver la crisis.
Ciertamente me siento avergonzado de un país donde se pagan tantos millones por un futbolista o por un gol y se echa a la calle a los investigadores porque no hay dinero.
Pienso que acontecimientos como estos fomentan la pasividad de las personas ante los problemas serios. Ahí echamos nuestra fuerza y entonces quedan pocas ganas para ir a la manifestación contra la pobreza. No pude estar el viernes en Logroño pero sé que hubo muy pocas personas. Igual pensamos que la solución al paro es que nos contraten para futbolista.
Es cierto que muchas personas lo vieron y disfrutaron un rato. Fenomenal. Lo malo es que hemos sacado las cosas de su cauce y hemos constituido una sociedad sobre la rivalidad, el dinero y el entusiasmo momentáneo. No quiero grandes triunfos sino pequeños  avances humanos.

Fuente El Caño

Qué bonitos son los caños del agua. A través de ellos sale el agua con energía. Los caños solo dejan pasar el agua. Porque cerca o lejos hay un manantial. Porque viene el agua a través de las cañerías.
Pienso que las personas somos como los caños: dejamos pasar el agua, dejamos pasar la bondad de nuestro corazón, dejamos pasar palabras de aliento y ánimo .Y también el caño puede echar agua sucia y eso es lo que hay en el depósito. Si hay rencor o egoísmo en el depósito de nuestro corazón, echamos maldad, aguas sucias de nuestro interior.
Veo a las personas que estamos jubiladas como un caño, que llevamos muchos años dando agua. Cuánta agua ha salido por el caño de nuestra vida.
Cada jubilado es una fuente. Está llena de experiencias, sentimientos, recuerdos, saberes, cariños... Solemos decir que somos como una biblioteca.
Cuando vamos con sed, qué gusto da echar un trago en el caño de la fuente. Así podemos aprender beber, saciar nuestra curiosidad, historia, formación con el agua, con el saber y la sabiduría de los mayores.
Esta hoja la llamamos “La fuente”. Y quiere ser el caño por el que transmitamos lo mejor de nosotros mismos: nuestras experiencias, ilusiones, ideas, sugerencias. Lo importante es que dé agua serena, refrescante, que quite la sed y que podamos llenar en ella el barril de nuestra vida.

Con vitalidad

Me ilusiona enormemente. Una abuela centenaria ha creado una empresa solidaria. Toda su empresa la lleva en una bolsa de plástico: dos agujas, un metro y un  ovillo de lana. Ha tejido unas mil vendas de un metro con veinte centímetros.  Son para enviarlas a la misión para ayudar a los enfermos.
Esto es imaginación: en época de crisis, crear su propia empresa, ocupar el tiempo y dar miles de puntadas para los demás. A los ciento y cuatro años.
Hoy estaba un poco cansada porque el hilo le parecía muy delgado y hasta casi se pone en “huelga”. Quiere una lana más gruesa.  Pero dice que así maneja los dedos y hace ejercicio.
Hay mucho por hacer en el mundo y cada uno podemos crear nuestra propia empresa: hacen falta pocas cosas, mucha imaginación y raudales de ganas.
En nuestra región y en muchas partes del mundo, hay miles de personas (casi siempre mujeres) cosiendo, tejiendo, preparando ropas para las personas más necesitadas sobre todo del tercer mundo.
Hablamos mucho de emprendedores. Ya vemos. Sin asesores, sin ayudas oficiales… buscando las necesidades de los demás y  los recursos propios.
Y algunos enfermos, niños…  en el tercer mundo lo van a disfrutar y cubrirán un poco sus heridas.
No, por favor, no les saquéis fotos ni aplaudáis. Llevan consigo el premio: su felicidad unida a personas que no conocen pero que van a experimentar su amor hecho vendas o hecho vestido.