Qué diferente es ver a una persona enferma a estar enfermo yo mismo. Cambian totalmente las cosas, los sentimientos y mis reacciones
Hay mucha diferencia entre sentir lástima por alguien o tener compasión. La lástima participa en el malestar pero visto desde lejos, desde fuera. La compasión siente con, comparte en propia carne el sufrimiento de la otra persona. Lo ve ni lo siente en propia persona.
La lastima nos lleva a darle limosna, damos donativos, montamos mercadillos solidarios de todo tipo, tele maratones…. Pero no llegamos a vivirlo en carne propia. No nos quita el sueño. Ni nos complica la vida.
Qué diferencia abismal hay entre ser el hijo de un difunto a ir al tanatorio a dar el pésame al hijo amigo de un señor.
Hoy desarrollamos mucho la lástima. Prueba de ello es el resultado que tienen todas las novelas y programas que cuentan las penas ajenas. Yo a lo sumo lloro, pero no me implico para nada.
Qué distinto es cuando ese drama lo estoy viviendo en mi propia carne y no es un drama a hora fija, con horario predeterminado, sino que lo vivo todo el día y toda la vida.
La compasión no puede ser un espectáculo televisivo. Lo vivido no se da como llamativo. Se vive. Y si toca nuestro corazón, nos lleva a cambiar la realidad si podemos. Yo contemplo una población llena de hambre y no me puedo contentar con decir ”pobrecitos”, sino a mandarles un trozo de riqueza, a cambiar las leyes, las estructuras, la sociedad. Y eso me lleva a complicarme la vida.
Enseguida los pasos de la Semana Santa recorren nuestras calles. Y hay personas que hasta lloran. Pero ahí se queda. Cuando comparto la vida con un toxicómano, eso me hace cambiar, me hace revolver mi vida. No puede ser un espectáculo. Me complica .
A veces ocurre como en el entierro. Uno va dolido diciendo ”ay, mi pobre madre” Y el otro: solo grita y dice “ay la madre de éste”.