Es curiosa la cantidad de personas que en verano vuelven a
sus lugares de origen. Puede ser que la
crisis agudice más esta realidad. Pero descubro en esta vendida a los pueblos
ganas de encontrar nuestros orígenes, nuestra forma de vivir, nuestro paisaje,
nuestras tradiciones y sobre todo, nuestra familia
En la capital nos
sentimos más perdidos, menos reconocidos.
Y aquí encontramos las amistades de la infancia y de la juventud, a los
que se han quedado en el pueblo sin marchar, los campos y los productos.
Por eso, se reavivan nuestras localidades con muchas
actividades y con muchas charladas con los conocidos.
Otra de las cosas que se busca al venir a los pueblos es
redescubrir nuestras tradiciones religiosas, nuestras creencias, romerías,
procesiones….
Muchas cosas las encontramos cambiadas, porque el tiempo
corre. Pienso que sería muy interesante dialogar sobre la realidad que vivimos
antes y la que vivimos ahora. Y entre
todos sacar las pistas para marcar un
futuro lo mejor posible para todos.
Que no sea la tele, el dinero, la propaganda quien oriente
nuestras comunidades, sino nosotros-todas y todos- los que vayamos construyendo
el pueblo que queremos para hoy y para el futuro