lunes, 11 de diciembre de 2017

Caminando a Belén



Tengo una experiencia bonita de la noche buena. No sé si ya se podrá repetir.    Me pasaba  el año esperando porque me habían  dicho que había  por el  pueblo  algunas  personas buscando dónde  cenar-    familias sin hijo, hermanos solteros mayores, enfermos con problemas de psicología….  Como ocurrió con María y José   Y  tenía las botellas de butano bien  llenas o en otros casos, la cocina abundante de leña.
Y todos los años llegaban los comensales  Ya se sabían el camino puesto que no era la primera vez que subían a casa.
Qué bien cenábamos, ricos y sabrosos alimentos caseros hechos por mis  familiares cocineros. Era muy difícil dialogar. Porque no salían temas oportunos.  Cada uno empezábamos nuestros temas.  Todo mezclado, la mili, el monte, las yeguas, la familia… los  ganados.
Y llegaba el momento  del canto, No podía faltar un villancico y también el Asturias Patria querida…    Eran cenas cortas porque el vino y el champan hacen pronto su efecto.
Como es lógico no podía faltar la discusión a ver quién había sido mejor monaguillo y quién era más amigo del cura.
Y recorría sus casas llevándoles a dormir.
Eran unas  noche-buenas únicas,   para repetir en nochevieja y en otras fiestas. El Niño estaba con nosotros  La noche buena se iba, la noche buena se va.  Y Jesús en medio, como un amigo más.
      Salgo a buscar comensales. Si no tienes otro hogar, aquí hay una casa, en mi corazón. Contamos con la presencia de Jesús, José y María. Somos felices.