…No encuentro palabras más intensas para describir la fuerza grandiosa
del amor. He dicho al inicio de este pregón que no soy creyente en Dios, y esta
afirmación es tan sincera como, seguramente, triste. ¡Estamos tan solos ante la
muerte los que no tenemos a Dios por compañía! Pero soy una creyente ferviente
de todos estos hombres y mujeres que, gracias a Dios, nos dan intensas
lecciones de vida, apóstoles infatigables de la creencia en la humanidad.
El papa Francisco ha pedido, en su Mensaje para este DOMUND, que los
cristianos «salgan» de su tierra y lleven su mensaje de entrega, pero no porque
los obliga una guerra o el hambre o la pobreza o la desdicha, como tantas
víctimas hay en el mundo, sino porque los motiva el sentido de servicio y la fe
trascendente. Es un viaje hacia el centro de la humanidad. Esta llamada nos
interpela a todos: a los creyentes, a los agnósticos, a los ateos, a los que
sienten y a los que dudan, a los que creen y a los que niegan, o no saben, o
querrían y no pueden. Las misiones católicas son una ingente fuerza de vida, un
inmenso ejército de soldados de la paz, que nos dan esperanza a la humanidad,
cada vez que parece perdida.
Solo puedo decir: gracias por la entrega,
gracias por la ayuda, gracias por el servicio; gracias, mil gracias, por creer
en un Dios de luz, que nos ilumina a todos.
Pregón
del Domund de Pilar Rahola