jueves, 7 de septiembre de 2017

Construyamos la paz



Hay cosas que parecen difíciles y son bastante más fáciles de lo que parecen. Hemos hablado, sufrido y preguntado:¿Qué se puede hacer ante los atentados de Barcelona y Cambrils?      Parece muy difícil. Y no encontramos fáciles soluciones.
Pero hay una respuesta que es de raíz.  Si no queremos guerra, ni violencia, ni atentados, podemos acudir a una solución: que desaparezcan todas las fábricas de armamento. ¿Nos imaginamos lo que sería el mundo si nadie fabricase armas?   Y eso es posible, se puede conseguir. Todas las personas hemos de proponérnoslo.  Cuando desaparezcan los ejércitos, las armas, todas  las armas, habrá mucha más paz.  Es cuestión de tomar conciencia cada uno y tratarlo. ¿Cuántas armas se construyen? ¿Cuánto dinero funciona con estas fábricas y estas ventas?
 Es cuestión de tomar conciencia cada uno de nosotros. E irlo proponiendo. Requerimos paz, pues construyamos la paz.  Toda la humanidad en contra de las armas. Y empleamos ese dinero en cultura, educación, sanidad....
 Que yo sepa hay un país, Costa Rica, que no tiene ejército y la prosperidad es mayor.

Las binaventuranzas



Hay una copla que dice :”Cuando de mi Patrona voy a la ermita, se me hace cuesta abajo, la cuesta arriba”.
Esta es la tónica del cristiano. Cuando subo las dificultades de la vida, cuando vivo las exigencias del evangelio, ya no se me hace costoso, porque lo hago desde la alegría del enamoramiento de Jesús.
Muchas veces, vemos y sentimos el ser cristianos, como una obligación. Es que aún nos falta lo esencial: descubrir, amar, enamorarse de Jesús. Mejor, que experimente que Él está enamorado de mí
Lo veo a diario: cuando dos personas se quieren y sienten ese amor, ya no les cuesta hacer los esfuerzos, vivir las privaciones que sea necesario porque hay amor de por medio. Unos padres se quedan muy a gusto con el hijo recién nacido sin salir el sábado porque están felices con su joya.
Hay una oportunidad impresionante. Si queremos vivir el cristianismo, no vamos a seguir los mandamientos, sino las bienaventuranzas.  Bienaventurado, dichoso. Ese es el secreto: la pobreza, la no violencia, el perdón, la lucha por la paz: lo vamos a hacer con gusto cuando primero hayamos experimentado que Jesús está ilusionado por mí, que habita en mí y yo habito en él.
 Si primero vemos las dificultades, nos iremos lejos del evangelio como el joven rico. Si vemos y sentimos la alegría de Jesús, dejaremos todo e iremos tras ÉL, con Él y en Él.

Hombres y mujeres.



Es un fenómeno que se da en casi todas las partes, por lo menos de nuestra Rioja.  Cuando se trata de tareas, de ejercicios de promoción, de cultura, de crecimiento personal, si hay grupos y reuniones, el 90% son mujeres.  Se ve que a los hombres nos van menos esas cosas.
Sin duda es importante que además de trabajar, vayamos creciendo en valores del espíritu, en manejar los sentimientos, en aprender a pensar....  Y eso es para todos y todas.
 Quizás hemos pensado y organizado la vida, como que esas cosas son pequeñeces de las mujeres.  Y así las mujeres van creciendo y son cada vez más sensibles, más atentas a las personas, más descubridoras de valores, como el amor, la entrega, el discernimiento, la cultura. Y los hombres nos quedamos con otras realidades: trabajar, charlar, ir al bar...pero nunca a reuniones porque “¿qué me van a enseñar a mí? ¡Ah!
Pienso que ganaremos mucho si aprendemos a descubrir y trabajar las cualidades del espíritu, si aprendemos a dialogar, a escucharnos, a ir conociendo el sentido de la vida y de sus actividades, a manejar bien los sentimientos....
A veces decimos que nosotros no tenemos problemas, pero cuando nos llegan las dificultades, los disgustos, las contrariedades y las alegrías, qué interesante es saber manejarlos y aprovecharlos para crecer en auténtica alegría.