Muchas veces preguntamos a los niños qué quieren ser de mayores y enseguida nos responden algún oficio, alguna carrera que sea de personas famosas, importantes en la sociedad.
Pues yo de mayor quiero ser pequeño. Cada vez veo más importante ser pequeño.
El mundo pensamos que lo cambian los poderosos, los famosos. Esos llenan las páginas de los periódicos y revistas y llenan los programas de la tele. Pero lo que realmente influye en la marcha de la sociedad son los débiles, los pequeños, los enfermos, los marginados. Una familia se mueve por los niños que nacen y por los abuelos que necesitan ayuda. Un pueblo se aglutina por una necesidad sentida. Unos obreros su mueven por el cierre de la empresa. Oigo a personas de algunos partidos temblarse porque pueden perder el poder. Y yo lo veo como algo positivo. Es en los momentos de debilidad cuando realmente se valoran las cosas y las personas, es la sencillez, el no contar lo que hace realmente cambiar el mundo.
Y es que estar abajo hace ver la vida de distinta manera, y sobre todo ayuda a coordinar fuerzas e ir transformando el mundo
Lo voy experimentando estos días. Las peras de arriba del árbol ya se han pasado. Las que están más abajo, con la frescura, siguen verdes y posibles de guardar
He escuchado la charla sobre los animadores que trabajan con personas de la calle. Me maravilla la frescura, el interés, la novedad de sus planteamientos. Se nota que están con personas de abajo en la sociedad y eso les da frescura, iniciativa. Menuda lección me están dando sobre informática los niños ….
Es el mundo visto desde abajo. ¿No os suena aquello de “Gracias, Padre, porque has revelado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla?”
Me voy a la puerta porque está llamando un transeúnte y ése un libro de ciencia.
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