miércoles, 30 de septiembre de 2009

Una cerilla

Hay un refrán que dice” es mejor encender una cerilla que maldecir la obscuridad”
Si nos ponemos a decir una lista de males, sería muy larga: innumerables. Tales como hambre, miseria, guerras, sida, crisis, todo tipo de enfermedad. Y si bajamos a nuestro nivel, necesidades no cubiertas, droga, alcohol, dolores, lluvias torrenciales y sequía, violencia, fracasos, hipotecas, conflictos familiares, depresiones…. Y quizás, algo más profundo: falta de sentido en la vida. Pondríamos una lista muy larga.
La pregunta es interesante: ¿qué puedo hacer yo ante estas realidades? Lo primero que se nos ocurre es contestar que “nada”.
Pues yo creo que en todos los casos, en unos más y en otros menos, sí que podemos hacer algo para superar esa realidad y esa dificultad. A veces es una firma, solidarizarnos con una causa justa, acompañar y apoyar a quienes lo pasan mal, prevenir muchas catástrofes con un cambio de costumbres ante el clima y la naturaleza, otro tipo de consumo más responsable, cooperación, arrimar el hombro y nuestras fuerzas
Lo más fácil es lamentarnos, quejarnos, echar la culpa a otros o creernos impotentes ante la realidad. Pero siempre es mejor encender una cerilla en una habitación obscura que quedarnos en decir que no ve nada y sentarnos. Por poco que se vea con la cerilla encendida, nos va a permitir realizar cantidad de acciones que nos ayuden y ayuden a la humanidad. Es innumerables la cantidad de ayuda sencilla que podemos dar, desde evitar realidad malas a construir ,a veces solos y a veces con otros
Nos gustaría que os animéis a contar en esta hoja cosas muy sencillas, pero positivas.

Vaya delantal

Vemos a una abuela y lleva un delantal precioso, limpio. Pero, hete aquí que hay una pequeña mancha en una orilla. Y en lugar de ver la limpieza de todo el delantal, nos fijamos en esa mancha.
Así hacemos en la vida: hay multitud de cosas bonitas, positivas en nuestras vidas, en las demás personas. Pero nos empeñamos en fijarnos en lo negativo, en algún fallo que tenemos o tienen. Y tanto nos fijamos que ya solo no vemos más que esa mancha, que de tanto mirarla se convierte en un mar grande.
En un plato de comida aparece una alubia que está un poco más dura. No se nos ocurre decir:¡Qué mal está la comida! Si lo restante está todo rico…
Todas las personas llevamos un delantal una vida con muchas cosas muy bonitas y positivas, con muchas obras fenomenales. Yo creo que es cuestión de ponernos las gafas limpias y verlo con el corazón.
Y fijaos: a mí me da que en las personas más sencillas hay multitud de cosas bonitas, importantes pero están cubiertas de sencillez, a veces de apariencias poco atrayentes, pero si profundizamos, ahí encontramos auténticas maravillas. Es como las personas que llevan varios delantales. Cuando se quitan todos, aparece un vestido limpio, hermoso, agradable.
De cada persona, sin equivocarnos, podemos decir:” ¡vaya delantal que lleva! ¡Qué cualidades tiene!

¿Piedras o personas?

Las piedras existen unas más o menos cerca de otras y normalmente no tienen ninguna relación a no ser el estar unidas por el cemento en una pared.
En las personas es distinto. Se dará más o menos. Pero convivimos: tenemos unas relaciones unas con otras: hablamos, nos ayudamos, trabajamos juntos, nos divertimos juntos, nos necesitamos unos de otros, nos queremos. E incluso se puede dar el caso de que nos rechacemos.
Lo cierto es que este estar relacionados nos da en la vida una serie de posibilidades y de conflictos. Las piedras no sienten. Las personas disfrutamos de ideas y sentimientos.
Ha habido alguna persona que se ha pasado la vida en una cueva o en una columna ella sola. Pero aún así necesita alguna ayuda.
Si pensamos en nuestras vidas estamos todo el día conviviendo -viviendo con otras personas-: dando ayuda, recibiendo. Es más la gracia de un pueblo y de una sociedad está en tener una relación agradable con las personas, empezando por las más cercanas.
Si queréis, coged un lápiz e ir anotando las personas que nos sirven cada día: cuántas ayudas recibimos en casa, pensemos en la cantidad de personas que han colaborado para elaborar los alimentos que comemos, la ropa que usamos, las noticias que recibimos, las personas con quienes hablamos ….. Y podíamos seguir.
Y al revés. Si hacemos una lista de las personas a quienas ayudamos a lo largo del día, a las que hablamos, hacemos un favor, visitamos, aquellas a quienes beneficiamos con nuestro trabajo…
Vaya. Que no somos personas que vivamos solas en lo alto de una columna, sino que convivimos Y cuanto mejor sea esa convivencia, más a gusto nos sentimos en la vida.

Fuegos artificiales

Hablamos de fuegos artificiales. Ha habido un concurso en estas fiestas de San Mateo Se ha tratado de premiar los juegos artificiales más vistosos.
Pero no olvidemos eso: que son fuegos que en un instante aparecen y desaparecen.
En estas fiestas hemos visto muchas veces a los políticos, presidentes, autoridades, toreros, personas famosas en los negocios o en los medios deportivos, artistas, presidentes de organizaciones y peñas, personas de fama o de belleza…. Sinceramente los veo como los fuegos artificiales. Me gustan más y son para mí mucho más importantes las bombillas de bajo coste que esos fuegos artificiales.
Cuando ofrecían el primer mosto a la Virgen de Valvanera, recordé a dos temporeros que a todo llover vinieron el jueves por la noche pidiendo cena y cama y al día siguiente marcharon con lluvia porque necesitaban trabajar.
Esas son las luces Alumbran un poco y están en cualquier lugar Luciendo tímidamente cuando es necesario.
Es lámpara sencilla ese barrendero que con el casco de la música puesto en el oído ha ido estas fiestas al amanecer limpiando las calles que hemos manchado durante la noche. Es bombilla la inmigrante que saca al abuelo en silla de ruedas a ver los festejos y le ha colocado el pañuelo de fiestas porque así se anima más. Luce con luz propia sencilla el vendedor ambulante que duerme debajo de la mesa donde tiene sus productos.. Y los camareros y cocineros de tantas comidas y degustaciones. Y la policía que echa horas para que las cosas funcionen Los sanitarios que siguen atendiendo a los enfermos. Y luce como pequeña lámpara la abuela que trata de atender a los tres nietos que a la vez le piden cada uno una cosa
Los fuegos artificiales se pasan enseguida. Son muy vistosos. Pero nada más. Las bombillas de bajo consumo, aunque no ganen ningún premio, sirven más a la humanidad: dan un poquito de luz, de alegría y esperanza. Por eso propongo que nunca haya concurso de quién es la mejor lámpara. Lo perderíamos todo.