He estado con un hortelano en su huerta. Qué envidia. Tiene plantas de toda clase. Todo organizado al milímetro, todo previsto, todo labrado, plantado, crecido.
Pero dedica muchas horas. Todos los días del año pasa muchas horas en su huerta. Previene con tiempo lo que va a sembrar o plantar. Tiene ya las fechas determinadas. Si algo le falla en el primer intento, lo vuelve a sembrar o plantar.
Mima cada planta. Riega cuando hace falta…
Esto me hace pensar en nuestra vida. Necesitamos programarnos, organizarnos, trazarnos metas, dedicarnos mucho tiempo a nuestra persona: pensando, formándonos, cultivando nuestro espíritu. Quitando las hierbas malas y apoyando y abonando las buenas ideas, los buenos planes
Y como cristianos, nos pasa lo mismo. Es preciso dedicar tiempo, esfuerzo, ganas para ir creciendo como cristianos. Hay que dedicar tiempo a conocer el evangelio, a formarnos en su espíritu,, a orar, a celebrar nuestra fe, a compartir nuestros bienes….
Poner cuatro cebollas y dejarlas crecer, es fácil. Ir a misa en un entierro… es fácil. Pero vivir la fe en Jesús nos exige quererlo, buscarlo, plantearlo, dedicarle tiempo.