El individualista va a lo suyo y se aísla, el comunitario intenta vivir y hacer todo en común como intentaban los primeros cristianos.
- Que luego se jofastidió el invento.
Casi. Lo que quiero decirte es que eso de yo hago «mi» religión, «mi salvación», no vale aquí. El hombre nuevo, comunitario, pone sus cosas en común busca la igualdad y también pone en común su oración. Y por eso va a misa sin que nadie le obligue, pero va. No a «oír» misa, sino a decirla, a tomar parte, a encontrarse con los compañeros y con Jesús que nos encargó hacerlo.
- Eso de tomar parte..., en muchas misas el único que toma parte es el cura.
Si quieres que hablemos de la misa léete el folleto que ha escrito el colega Burgaleta. Lo que sí te quiero decir ahora es que, tal como Jesús lo plantea no tiene sentido ser cristiano por libre, aislado, sino en comunión, comunidad, común..., como quieras decirlo.
- Eso de comunidad tiene algo que ver con la Iglesia.
Tú lo has dicho, pero se nos están acabando las páginas y ya te dije que alguien va a escribir otro folle...
- Oye, compañero, ¿estás echando balones fuera o haciendo propaganda de los folletos ALANDAR?
¡Que no, de verdad! ¡Que se acaban las páginas! ¡Que esto no es una enciclopedia, cuernos! Habíamos quedado en hablar de Jesucristo. ¿No te das cuenta de que este último capítulo nos está saliendo demasiado largo?
- Tú te lo has buscado. ¿No dices que a ese tal Jesús hay que buscarlo y encontrarlo hoy y aquí?
Cierto. Si echas un vistazo a todo el capítulo verás que ya hemos tratado de eso.
- Pues yo no sé qué más preguntarte.
Ahora pregunto yo.
Te pregunto a ti y a todos los que hayan aguantado este folleto.
Pregunto:
¡Eh, colegas! Decidme: ¿sois cristianos?