lunes, 20 de enero de 2014

Sanar sentimientos

Todas las personas nos encontramos en la vida con el dolor. Unas más que otras: pérdidas de seres queridos, enfermedad, desgracia, dolor. Cada uno tenemos desde nuestra experiencia. A veces los expresamos con frases como ésta ”qué dura es la vida”.
 ¿Podemos aliviar ese dolor? Eso me parece muy interesante. Y, si podemos, será bueno intentar superarlo.
Es muy importante convencerme de que es mejor estar alegre que estar triste, que mis seres queridos, vivos o difuntos, me quieren ver contento. Y que la mejor medicina para estar bien, es estar a gusto, feliz.
Quiero superar la tristeza. Es bueno alegrarme, mucho mejor que sumirme en la tristeza.
 Y dónde pongo dolor, puedo poner igualmente miedo, angustia, soledad, pena.
¿Puedo calmar mi dolor?
a.- En principio, puedo perdonarme, si creo que ese dolor está causado por mí. Perdonarme y olvidar los errores que he podido cometer.
b.-Perdonar a las personas que, consciente o inconscientemente, han podido causarme ese dolor.
c.-Puedo ser objetivo, ver la realidad en su justa medida. No aumentarlo.

d.-Y puedo sanarlo. Pongo ese dolor en el cuenco de mis manos y envío energía positiva, amor, cariño y lo voy transformando, haciendo desaparecer.

Paso a los jóvenes

A raíz de una entrevista que me hicieron, publicaban mi foto con unos compañeros, y un comentario sobre la primavera de la Iglesia con el Papa. Alguien comentaba: ¡pues si la  primavera nos va a venir de los geriátricos!
Por supuesto que hace falta savia joven y personas jóvenes. Es una maravilla cuando Benedicto XVI se jubila, Pagola deja el ayuntamiento de Calahorra…
Confío en los jóvenes y en sus posibilidades.
Pero siempre se ha dicho que la juventud además de en los años está en la vitalidad, en la utopía, en la aventura.
Y en eso, por supuesto, es en la juventud donde están las fuerzas. Pero no podemos olvidar que grandes genios han hecho maravillas a años bien  avanzados.  Francisco I ya tiene sus años de jubilación. Los mayores son en muchas ocasiones los que aportan las ayudas y son el colchón de la economía familiar. Son bibliotecas cargadas de sabiduría. Son los niñeros de sus nietos…
Pero que se vea a los jóvenes, que haya iniciativas y proyectos, aunque  a veces puedan equivocarse como todos.
Los mayores podemos estar en retaguardia.
Pero no olvidemos que aquello del Concilio Vaticano II se le inspiró a un anciano llamado Juan XXIII. Y que Simeón y Ana eran mayores y descubrieron la salvación en Jesús.
Recuerdo a Labordeta: Somos como esos viejos árboles. Vamos  a hacer con el futuro un canto a la esperanza y poder encontrar  tiempos cubiertos con las manos los rostros y los labios que sueñan libertad.

Y en la búsqueda de la libertad y la fraternidad, ahí estamos todos y todas con cualquier edad.

Tapones

Es algo muy sencillo.  Varias personas me dicen que están recogiendo tapones. Sí, tapones de botellas que no son de corcho. Porque esos tapones luego se reciclan. Y hay mucha movida para recogerlos. Luego se venden y suelen pagar de 200 a 300 euros por cada tonelada.
 ¿Para qué se dedica ese dinero?  Normalmente es una causa solidaria. Hay, sobre todo, niños, que sufren alguna enfermedad fuerte. Y sus padres no pueden pagar los gastos que acarrea el tratar ese mal. Y entonces se hace una causa común entre muchísimas personas.
En este momento hay varias causas. Una que conocemos más en la Rioja es el caso de Albelda. Kike el príncipe valiente, que necesita una fuerte investigación y tratamiento médico.
Podemos recoger nuestros tapones en casa, calle, bares…
Y así sencillamente cada una de estas pequeñas acciones nos va haciendo aprendices de solidarios. Porque dice el escritor:   “Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo" (Eduardo Galeano).
Podemos seguir dejándolos en el mismo lugar que hasta ahora, pero si alguien no sabe lugar, los puede traer a los salones parroquiales.

¡A por los mil kilos!

Es tiempo de sembrar

Ya casi un poco aprisa. Pero hay que sembrar ahora que es tiempo.   Enseguida va a venir la primavera y empieza toda la creación a nacer, crecer, brotar.
Percibo como que nos gusta poco sembrar. Preferimos recoger, cosechar. Y todo depende de una buena siembra, de una buena poda.
Tenemos necesidad en la vida de sembrar: de leer, reflexionar, pensar, organizar, planear, cargar las pilas y preparar la maquinaria
Es curioso, Pero llevamos un mes de un año nuevo y posiblemente no hemos hecho todavía la programación de este año. Volveremos a hacer mecánicamente lo mismo del año pasado. Y seguiremos no solo con los que nos traiga el calendario, sino con las mismas costumbres, ritos, acciones de otros años.
Cuando vemos que un producto no rinde lo suficiente o no nos gusta su fruto, lo cambiamos y  sembramos otro distinto.
Aún hace frio y apetece estar en casa. Podemos aprovechar para almacenar análisis de nuestras vidas, de nuestros pueblos, de nuestra sociedad y marcarnos alternativas, metas a conseguir, y acciones  a realizar. Puede ser tiempo de cargar las pilas, de formarnos, de acumular resorte para  actuar.
Hacemos muchas cosas, repetimos muchos gestos, pero no sé si sabemos a dónde vamos y qué queremos conseguir.
Yo veo que los labradores al sembrar echan bien de abono para que  las entrañas de la tierra tengan vida y vitalidad. Eso mismo necesitamos nosotros: abono de ilusión, conocimientos, esperanza, contemplación.
Es época de sembrar. Que luego ya recogeremos.