¿Os imagináis que uno de un partido político pronuncie un mitin
apoyando al partido contrario? ¿Que un musulmán predicase un día en la misa del
pueblo? ¿Que un ateo tratase de decirnos sus ideas a los creyentes? ¿Que un
cristiano predicase a los budistas? ¿Los del Barça que aplaudiesen y alabasen
al Madrid y a la inversa?
No es el mundo al revés. Sino un ejercicio que sería muy sabio:
normalmente predicamos a los que ya creen, en los mítines están las personas
que ya son de ese partido,…
Si somos honestos, no sería ningún disparate. Porque veríamos hasta qué
punto estamos convencidos, hasta qué punto asumimos la parte de verdad que
veamos en los demás, hasta qué punto nos ayuda a reflexionar y mejorar nuestros
planteamientos.
Lo peor es creernos en la total, única y absoluta verdad. Porque nos
privamos de la parte de verdad que tienen los demás.
Es importante profundizar en nuestras razones y escuchar las razones de
los demás. Nadie tiene él solo la verdad plena.
Hay que asumir la verdad que cada uno tiene.
La sociedad hoy es muy plural. Cada uno pensamos que lo nuestro es lo
mejor y lo único bueno. Por supuesto que sí creemos en Alguien, si somos cristianos
es porque nos convence y nos entusiasma Jesucristo. Pero profundizar con humildad;
buscar cada día la Verdad, eso nos hace más libres.
Pasar de una fe de rutina a un convencimiento
propio, vivido, decidido y con humildad.
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