Tengo una experiencia bonita de la noche buena. No sé si ya
se podrá repetir. Me pasaba el año esperando porque me habían dicho que había por el
pueblo algunas personas buscando dónde cenar-
familias sin hijo, hermanos solteros mayores, enfermos con problemas de
psicología…. Como ocurrió con María y
José Y tenía las botellas de butano bien llenas o en otros casos, la cocina abundante
de leña.
Y todos los años llegaban los comensales Ya se sabían el camino puesto que no era la
primera vez que subían a casa.
Qué bien cenábamos, ricos y sabrosos alimentos caseros
hechos por mis familiares cocineros. Era
muy difícil dialogar. Porque no salían temas oportunos. Cada uno empezábamos nuestros temas. Todo mezclado, la mili, el monte, las yeguas,
la familia… los ganados.
Y llegaba el momento del canto, No podía faltar un villancico y
también el Asturias Patria querida…
Eran cenas cortas porque el vino y el champan hacen pronto su efecto.
Como es lógico no podía faltar la discusión a ver quién
había sido mejor monaguillo y quién era más amigo del cura.
Y recorría sus casas llevándoles a dormir.
Eran unas noche-buenas
únicas, para repetir en nochevieja y en
otras fiestas. El Niño estaba con nosotros
La noche buena se iba, la noche buena se va. Y Jesús en medio, como un amigo más.
Salgo a buscar
comensales. Si no tienes otro hogar, aquí hay una casa, en mi corazón. Contamos
con la presencia de Jesús, José y María. Somos felices.
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