Hoy he recordado una serie que tantas personas y yo veíamos en nuestra infancia,
creo que la recordareis, se llamaba "La casa de la pradera" era historias de familias
humildes En concreto una de ellas era la protagonista, Vivian humildemente con lo
necesario para vivir y con los problemas comunes de una familia que luchaba por
salir adelante. Recuerdo con especial cariño como después de una larga jornada de
trabajo cuando terminaban de cenar se reunían frente a la chimenea y el padre toca-
ba el violín y comían palomitas. Pero lo que mas me choca ahora a mi edad es que
cuando llegaba el domingo todo lo cotidiano se echaba a un lado, se ponían sus
mejores vestidos ellas y su mejor traje ellos y corrían todos acicalados se subían a
la carreta y corrían a misa, todos ellos celebraban la eucaristía con su mejor sonrisa
y luego al salir el párroco y los feligreses se despedían y le agradecían lo mucho que
les había gustado el sermón (palabra que ahora se usa para describir el rollo que al-
guíen te ha soltado). Así con la misma alegría se volvían a montar en su carreta, se
quitaban las ropas del domingo al llegar a casa y comían todos juntos la comida tan
especial que preparaba la madre por ser domingo.
Ahora los domingos ya no son los de la casa de la pradera, ahora podemos ver en
misa a los cuatro de siempre, a los pocos niños que aun preparándose para la prime-
ra comunión asisten solos, alguno que otro niño que después de hacer la comunión
todavía le gusta ir a misa.
Me parece que los padres tenemos que involucrarnos un poco mas en acompañar
a nuestros hijos a misa de cara a prepararlos para la Primera Comunión, es como cons-
truir una casa, tenemos que empezar por los cimientos y que mejor cimiento para un
niño que ir a misa los domingos de la mano de sus padres...
La preparación de la primera comunión no es solo cosa del Párroco y de la catequista,
poco se puede hacer si la base no esta en casa...en cada uno de nosotros.
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