Confieso que estoy admirado de las personas que lo organizan y colaboran. Son una entrega total de esfuerzo, colaboración y gratuidad.
Pero me fijo en las personas que compramos. Lo hacemos también movidos por una solidaridad hacia la causa final. Estupendo. Pero siento- igual estoy equivocado- que muchas veces es un trasiego de cosas de una casa a otra. Puede haber algo que me interese por raro, historia, valor sentimental. Otras muchas veces es un comprar alimentos, dulces, y cosas parecidas.
Soy una persona que colaboro en montar esos mercadillos solidarios. Admiro a las personas que lo hacen y compran .Pero me quedan varios interrogantes que sugiero y me gustaría dialogar
1.- ¿No suena un poco a una sociedad de consumo? En definitiva, puedo vivir perfectamente sin comprar aquello ¿No fomenta un poco el consumismo?
2. Es un motivo para dar ese dinero a una causa solidariaCon la mejor intención, percibo que me engaño un poco al comprar tales objetos o dulces. Y me hago la pregunta:¿Sería capaz de dar el dinero que yo crea oportuno sin necesidad de coger nada a cambio?
3.-Incluso podría abrir el abanico de posibilidades de colaboración. Montar casetas que ofrezcan información sobre esos objetivos de compartir, la realidad de las personas que lo necesitan. Colaborar para que las personas necesitadas reciban su ayuda, apoyar con mis firmas causas justas en contra de la violencia, la guerra, el despilfarro, el paro..
4.- Los rastrillos pueden ser un paso pedagógico hacia el compartir. Pero ¿Podemos dar pasos hacia una colaboración meditada, decidida y voluntaria sin recibir nada a cambio?. Por ejemplo ¿podríamos recoger firmas para que los gastos de fiestas sean más austeros y así se comparta ese dinero con fines sociales, entidades o ONGs? ¿Podríamos montar alguna alternativa al paro?
Todo menos cruzarnos de brazos ante la necesidad ajena. Y si podemos ir mejorando….
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