Antes
escribíamos en cuaderno con cuadrados o
con rayas para no torcernos. Cuando
cogemos un folio y no queremos subirnos ni bajarnos, ponemos debajo una hoja
con líneas bien marcadas y así escribimos sobre ella.
A
esas líneas las llamamos falsilla
Pues
así corre en la historia. El Mensaje del evangelio, de Jesús, lo escribieron
sobre las líneas, sobre la cultura, sobre los conocimientos que tenían de
geografía, de la naturaleza, de la familia, del mundo. Y así pensaban que Dios
estaba por allá arriba “en los cielos”, que el Sol giraba sobre la Tierra, que
la vida estaba en la sangre, que Dios llovía, que las tormentas eran un castigo de Dios enfadado.
Era la forma de pensar de la cultura.
Lo
importante es que al llegar otros tiempos y sobre todo, el siglo diecisiete,
cambiamos de conocimientos y viene otra forma de pensar, otra falsilla. Y
entonces nos damos cuenta que no depende de Dios el que llueva o no, sino de la
naturaleza y sus leyes, que el cielo no es ningún lugar físico, sino una expresión para indicar la alegría de
estar viviendo en Dios.
Por
decirlo de alguna forma sencilla: una cosa es el mensaje y otra el lenguaje con
que se transmite: Jesús subió a los cielos: Jesús es glorificado; al tercer día significa: a la definitiva…
Por
eso es muy importante el ver hoy cuáles son los conocimientos y distinguir: lo
que significaban las palabras y los hechos de Jesús en el momento que se
escribieron y con qué lenguaje decirlo hoy.
Esto requiere un poco de comentario y conocer un poco el evangelio
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