miércoles, 18 de mayo de 2016

El Evangelio. Primero, entenderlo.



Ya  sé que suena a un tanto raro.  Pero parto de una experiencia.  En las eucaristías, en las que yo participo, la mayor parte de las personas, somos mayores y ,o no escuchamos, o no oímos, o no entendemos...  Lo cierto es que salimos como “quien ha oído llover”. Pienso una sugerencia, que la presento con todo respeto y con todo entusiasmo.
Mi propuesta es: suprimir las primeras lecturas y no leer nada más que la del  evangelio. Eso sí, el  Evangelio recogido en 150 pasajes muy cortos. Y con dibujos. Eso se leería varias veces y lo comentaríamos con los dibujos y con unas sencillas preguntas.   Luego seguiríamos con el Credo. A lo largo de tres años, podríamos hacer una evangelización profunda. Si no conocemos el texto de Jesús, es imposible sacar las consecuencias que intentamos en las dos primeras lecturas.
Podríamos insistir en profundizar, calar en el Evangelio. Y esto podría dar lugar a dejar entrar en nosotros el Mensaje del Evangelio.
Unas preguntas muy sencillas nos podrían ayudar y unos dibujos acomodados a la realidad, no meramente decorativos, sino en la línea freudiana.
Total: es una hoja muy sencilla, que podemos llevar a casa y comentarla a  lo largo de la semana.
Siento que al acabar la misa, las personas no recordamos el Evangelio y no descubrimos a Jesús. Nos quedamos siempre en lo mismo. Las personas mayores, salen de misa sin haber calado en nada.
Podemos seguir rutinariamente con el mismo esquema de hasta ahora, pero no nos dejamos evangelizar. Y si no, se lo pregunto a los abuelos y abuelas que acuden a las misas de los domingos.
Parto de la confirmación de que no estamos evangelizados, sino que seguimos en mayoría una rutina. Es preciso y urgente replantear una evangelización nueva, sobre todo en contenidos.
Me encantaría no  dogmatizar sobre esto, sino dialogar y compartir experiencias.  ¿Cómo anunciar hoy y aquí el Evangelio?

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