Los hay de varios tipos. Unos van con el
camión o la furgoneta casa por casa ofreciendo el producto y esos son los que
más venden. Otros llevan unos altavoces
y anuncian su producto y la calidad que ofrecen. Finalmente hay otros que
llegan a la plaza, extienden su producto y esperan que las personas vayan y
vean a ver si les gusta el género.
Sin duda, los que más venden, son los que van
casa por casa.
Veo semejanza a la hora de ofrecer el mensaje
cristiano. A veces tocamos las campanas o ponemos carteles, están los testigos
de Jehová que van casa por casa, otras veces lo ofrecemos en las misas o en los
grupos, en esta hoja parroquial.
Siempre hay una constante: solamente se trata de ofrecer, presentar. Nunca se puede forzar ni imponer.
Solemos ver, seleccionar, elegir y al final,
cogemos aquello que más nos convence.
Hoy en el mundo hay muchas propuestas de vida
y hay de todo tipo. A mí me parece interesante el elegir por convencimiento.
Todos sabemos que, si no encontramos algo, vamos a los “chinos” y allí hay.
Pero si queremos calidad, la buscamos con paciencia.
Si queremos respuestas buenas, serías,
convincentes para nuestra vida, no se trata de coger lo primero que se nos
ofrece, normalmente más barato, más fácil, sino que buscamos algo que llene
nuestras vidas.
Yo, como cristiano, por experiencia, intento
ofrecer a Jesús de Nazaret y su evangelio, pero no falsificados de mil formas,
sino buscando el original, el auténtico.
Porque a mí me sirve en mi vida.
Será
estupendo si alguien quiere en estas páginas, manifestar otro producto que a él
le va. En definitiva, todos estamos en la vida buscando a ver qué producto es
el que nos sirve. El que da sentido a nuestra vida.
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