domingo, 18 de julio de 2010

La vida sigue igual

La celebración del Mundial de fútbol en Sudáfrica ha colocado a este país en el primer plano de la actualidad política y mediática internacional
Sin embargo, la realidad muestra que las consecuencias sociales del ajuste neoliberal han sido muy drásticas. El desempleo se ha disparado de un 16% en 1990 hasta un 40% en la actualidad (aunque las cifras oficiales hablan del 23%).
La tasa de pobreza es de en torno al 50% y afecta de forma mucho más drástica a la población negra. Así, el 75% de los niños negros viven en la pobreza por un 5% de los blancos.

El 10% de los hogares más ricos del país concentra el 50% de la riqueza, mientras que el 40% más pobre, sólo el 7%. La privatización de los servicios públicos impulsada a comienzos de los años 2000, bajo una política considerada “modélica” en su día por el Banco Mundial, comportó un fuerte aumento del precio de servicios básicos como el agua o la luz, lo que provocó cortes masivos del suministro a unos diez millones de familias por no poder pagar las facturas.

La Sudáfrica que ha acogido el Mundial es un país dividido y con fuertes contradicciones sociales, y en el que los beneficios del evento serán para una pequeña minoría, empezando por las grandes firmas del sector de la construcción.

La crítica más extendida al Gobierno es su enorme gasto, un total de 9.500 millones de dólares, financiados esencialmente a través del endeudamiento público en la construcción de grandes instalaciones deportivas cuya utilidad posterior al Mundial está muy poco clara, y en infraestructuras de transporte de lujo. Entre ellas, el tren de alta velocidad Gutrail, destinado a la élite de los negocios y a los sectores acomodados.

El desvío de las inversiones públicas a proyectos faraónicos y de poca utilidad social, u orientados a una minoría, contrasta con la incapacidad del Gobierno de satisfacer algunas necesidades sociales básicas, como construir una red de transporte público eficiente o solucionar el gravísimo problema de la vivienda.
En Sudáfrica, miles de personas viven en chabolas y la burbuja inmobiliaria de los años recientes de crecimiento económico y boom especulativo ha hecho aumentar el precio de la vivienda en un 400%.

Así, se calcula que el gasto para el Mundial equivale a todo lo invertido entre 2000 y 2010 en vivienda pública.
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“Cuando los elefantes están de fiesta, la hierba sufre”, reza un viejo proverbio africano. Es una buena forma de tener presente esta otra Sudáfrica que no debemos olvidar.

Josep Maria Antentas y Esther Vivas  Público

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