Un árbol se va haciendo a lo largo de muchos años. Nace muy pequeño. Luego va creciendo, echando tronco, ramas, hojas. Y año tras año sigue desarrollando y produciendo frutos. Pero necesita un cuidado: regarle, podarle…
Algo así ocurre en nuestra vida cristiana. Nosotros queremos de repente queremos coger un fruto y hacemos una boda, una comunión, un bautizo, un entierro. Y ya lo dejamos. ¿Qué ocurre? Pues que ese árbol se seca, crea broza pero no fruto.
Necesitamos un proceso. Esta es la palabra: ir cultivando día a día y momento a momento nuestra fe, nuestra vida cristiana.
Por eso, ahora que empieza el curso, invito a todas las personas que quieran seguir un proceso. No se trata de prepararse para la comunión, ni para la boda, ni para el bautismo, sino para ir creciendo en descubrir a Jesús y el evangelio, en irlo viviendo en la comunidad, en irnos comprometiendo en servicio a los pobres. Y eso no son cosas puntuales de un día ni de un año, sino que es toda la vida creciendo
Así que invito a las personas que lo deseen. No a apuntarse a catequesis de comunión o de confirmación, sino a apuntarse a un proceso de toda la vida. Y dentro de ese proceso hay comunión y boda y… seguir caminando, creciendo como cristianos toda la vida.
No cojamos un día la fruta, sino la cultivemos a lo largo de toda la vida.
Las personas que lo deseen, se apuntan para juntas seguir ese proceso, ese camino, ese ir creciendo en descubrir a Jesús y el Evangelio, en celebrarlo, en actitudes de amor y servicio a los más pobres, en ir formando comunidad.
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