lunes, 25 de febrero de 2013

¿Cuántas informaciones recibimos a lo largo del día?



Muchos miles y en cantidad d e ocasiones no caemos en la cuenta, no  somos conscientes de ello.   Como quien oye llover… Es muy corriente ver por la calle a personas escuchando y hablando por el móvil o con unos cascos en los oídos. 
  Pero me da la sensación de que la mayor parte de todas esas noticias, músicas, no entran en nosotros, ni mucho menos nos mueven a actuar.
   Ahí es donde me interesa.      Lo oído solamente penetra en nuestro interior cuando prestamos atención, cuando somos conscientes, cuando nos fijamos en ello
  No se trata tanto de oír muchas cosas, de leer muchos libros, sino d e profundizar.  Hay un adagio latino que dice ”me da miedo la persona de un solo libro”.   Cuando de verdad pensamos, contemplamos , gustamos, saboreamos … lo oído o leído, entonces es cuando puede hacer efecto, cuando puede  influir en nuestras ideas.

Ya en el tema cristiano, oímos varias veces pasajes del evangelio, pero sin prestar mucha atención, sin preguntar al texto a ver qué dice, sin calar… Y entonces no surte efecto, es como el agua que cae de repente en una tormenta.   Es preciso dejar caer  despacio, calar, penetrar…  Y eso va transformando nuestras ideas, sentimientos, acciones…  Hagamos la prueba: cuando salimos d e misa ¿recordamos lo que hemos leído?¿Le dedicamos algún rato a pensarlo y acogerlo? ¿Ponemos interrogantes  alo que hemos oído?
 Aunque nos cueste, es muy importante el silencio: y es no solo no hablar, sino dejar de dar vueltas a nuestras ideas, callar en nuestro corazón y oír en lo profundo de nuestra vida.

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