lunes, 25 de febrero de 2013

Pero ¿qué me dices del pueblo, pueblo...?



 El pueblo, pueblo estaba bien jofastidiado, pagando los impuestos al césar romano y al templo, aguantando las chulerías de los fariseos y las leyes que se inventaba el gobierno, sin referéndum ni nada. Encima no había seguridad social ni nada de eso. La mujer que se quedaba viuda o el niño huérfano o el inválido, estaban apañados. Unos hombres trabajaban en el campo, otros eran artesanos, había pastores que andaban solitarios por los campos y estaban bastante mal vistos.
- Y ¿pobres?


            Pobres todos los que quieras y un poco más: mendigos, sobre todo en Jerusalén porque había mucho turista (o peregrino, que suele ser parecido); esclavos que se compraban y vendían; los trabajadores por cuenta ajena cuando encontraban curre...; leprosos que eran expulsados con asco de las ciudades, los inválidos, como te dije, sin tarjeta del seguro...
- Pues vaya ambiente. ¿ Y no se rebelaban?
            Unos, los esenios, se marchaban aburridos al desierto, a una especie de monasterio. Pero también actuaban unos guerrilleros, los zelotas, que intentaban eliminar romanos. Lo tenían crudo, porque el imperio era poderoso. Muchos zelotas acababan crucificados. Algunos estuvieron metidos en el grupo de Jesús.
- ¿Y Jesús se mezclaba con esa gentuza?
            Con esa gentuza se mezclaba precisamente, con los más marginados. Por eso a los fariseos se les llevaban los demonios de rabia. Porque Jesús prefería a los que ellos llamaban «pecadores».
- También iba a comer a casa de los ricos.
            Sí, a veces, pero acababa a los postres cantándoles la gallina o a la mitad del banquete se les metía una cualquiera a lavar los pies a Jesús y estropearles la fiesta.
- ¿Lavarle los pies?... Algunos creen que Jesús era como un espíritu que aparecía como si tuviera cuerpo, pero no lo tenía.
            Lo tenía de verdad, completo. Lloraba, reía, se enfadaba, gastaba bromas, tenía miedo, se dormía... Léete el Evangelio, verás.
- ¿No se casó?
            No tuvo tiempo. ¡Con la vida que llevaba!, de un lado a otro sin parar, durmiendo en cualquier parte o yéndose al monte a rezar a cualquier hora... Y lo pronto que lo mataron. Pero respetaba mucho a las mujeres que en aquel tiempo estaban bastante arrinconadas. Ni siquiera había feministas en su época.
- Total, que Jesús era un hombre como los demás.
            Como los demás, pero distinto.
- Explícate.
            Sí.

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