En muchos pueblos, los niños piden por las
casas y luego con lo que se recauda, se organiza una merienda.
Es un bonito gesto y celebración. Cada vecino
aporta su donativo (huevos, chorizo, dinero, patatas...). Y así se merienda.
¿Sería bueno que eso lo hiciésemos todas las
semanas? No solo tanto el merendar sino también el recoger los alimentos.
El darnos cuenta de que aportando cada uno un
poco, llega para merendar todos.
Y como los tiempos han avanzado y cambiado
mucho, quizás ya no se pide por las calles sino que directamente se va al bar o
restaurante y allí se prepara la merienda y se paga a escote.
Vamos a imaginarnos una merienda en la que
estemos invitados toda la humanidad. Sin que falte ninguno.
Por supuesto que con los alimentos que damos
cada familia del mundo , llegaría para todos. Pero ya hay formas más
sencillas. Cada uno pensamos lo que
creemos justo y queremos compartir para que todas las personas del mundo
merienden y lo compartimos con una cuota de dinero o de tiempo de trabajo, o
voluntariado, o participando con los desahuciados, o los inmigrantes, o los
presos...
Porque cuando viene a casa pidiendo un niño
que es sobrino o nieto nuestro, le damos más cantidad y más a gusto. Qué de
sobrinos tenemos por el mundo o de hermanos.
Pues intentemos organizarnos para que sea
jueves, y lunes y martes… de todos y de todas para toda la humanidad.
Un niño me dice que es celíaco
y otros que no comen chorizo. Ojo que en la humanidad, hay de muchas
costumbres y religiones.
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