Jesús de Nazaret tuvo en su vida una META a
la que entregó toda su acción: poner en marcha un mundo nuevo, con personas
nuevas, familias nuevas, sociedad nueva, política nueva, economía nueva,
religión nueva... Todo según Él descubría que Dios lo quería.
Por
eso vivió feliz: haciendo lo que veía que Dios quería, amando a todos,
especialmente a los más pobres. Predicó,
sanó, perdonó, dio vida, acompañó, amó... Lo resumimos diciendo: “pasó haciendo
el bien”
Si contemplamos la vida de Jesús, lo vemos
así.
Y este estilo de vida, le supuso enfrentarse
a los responsables de la religión, el poder, el dinero, esa sociedad injusta… Y
le supuso tanto que le mataron.
Es lo que celebramos en la Semana Santa.
Porque Jesús era muy amigo de realizar gestos muy significativos que expresasen
esa vida de entrega. Y así preparó una cena de despedida. Lavó los pies a los
apóstoles, y se entregó bajo el pan y el
vino como don para siempre y como gesto para nuestra vida: partirnos y
repartirnos.
Es un estilo de vida que le lleva a la
muerte. No se puede enfrentar a los poderes sin
sufrir las consecuencias.
Pero Jesús es VIDA y es LUZ y por mucho que
nos empeñemos la VIDA brota y la LUZ ilumina. Tras la noche viene la Alborada. Jesús
vence la muerte y VIVE. ESTÁ PRESENTE,ACTÚA, MUEVE LA HISTORIA
Revivimos, actualizamos la muerte y la
Resurrección de Jesús.
Y vivimos y celebramos nuestra vida: en la
Entrega y en la Vida.
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