Estaba
yo todo contento con ser cura de mi pueblo y que todas las personas del pueblo
se declarasen cristianas. Pero hete aquí que aparece un predicador de otra
religión y va conquistando a varias
personas para su credo. Y bastantes personas empiezan a pensar como él o con
otras ideas. Ha habido un cambio en la forma de pensar. Y por consiguiente en
la pertenencia a una iglesia u otro grupo. Ya no soy el único.
Esto
lo veo ahora en la política. Aparecen personas con ideas nuevas, frescas,
muchas de las cuales esperábamos oír y enseguida nos echamos en contra,
tildándolos de lo que sea.
Nos
falta democracia real. Todo es opinable. De todo podemos pensar. Y nadie es
bueno o malo porque piense de una u otra manera. La bondad o maldad la dan los
hechos hacia los demás, especialmente con los más empobrecidos.
Me
siento amarrado a muchas ideas, pensamientos, formas de pensar, y me gusta oír
planteamientos nuevos. Quiero irlos analizando.
La
historia ha avanzado siempre porque han aparecido personas con nuevos
planteamientos.
Muchas
veces los hemos condenado y hemos esperado a veces siglos para reconocer su
verdad.
Necesitamos
aires nuevos, frescura de pensamiento, democracia real, naturalidad de
planteamientos. A eso no lo llamo revolucionario, lo llamo “honestidad”. Y
libertad para ser cada uno y pensar, aunque se caigan antiguas formas y
antiguos privilegios.
No
conozco todavía a Podemos, y otros grupos nuevos, pero me resulta chocante cómo
se lanzan en contra personas, instituciones, grupos... ¿Será que tiemblan
nuestros cetros de poder?
En mi pueblo, para aventar o beldar la parva, se
necesitaba aire fuerte del norte, el cierzo, pero producía cierto frio. Así se
separaba la paja y el grano. Igual es bueno que soplen otros vientos distintos a los de siempre.
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