Dicen las personas que saben de esto que hoy ya “la fe no se enseña, se contagia “. La fe ya no se hereda de padres a hijos.
El cristianismo que en sus orígenes tuvo una expansión admirable, la fe no se heredaba, se contagiaba por la adhesión a una Persona, Jesús, y a un estilo de vida marcado por los planteamientos del Evangelio.
La fe se contagiaba más por el testimonio que por la herencia de unas doctrinas. Y en ese testimonio que se contagiaba, tenía una importancia muy fuerte la caridad, el amor entre los miembros y para los pobres. Esto arrastraba a las personas y animaba a hacerse cristiano.
Cuando ya se hicieron cristianos porque lo mandaba el emperador, la costumbre, el cristianismo empezó a derrumbarse.
Hoy buscamos vivir una fe de una manera tan atrayente, tan ilusionante, que implique ya desde el principio una adhesión a Jesús, a su estilo de vida, a una apuesta por los pobres, a una forma de vivir que sea alternativo a una sociedad donde la vorágine del dios dinero, poder, placer y sus consecuencias campan a sus anchas.
Si somos cristianos, podemos transmitir la alegría, el gozo, de serlo. Y una nueva forma de vivir No se trata de imponerlo a nadie. Sino de vivir a Jesús, su Presencia en todo y en todos y tratar de hacer un mundo nuevo como Él plantea.
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