miércoles, 9 de septiembre de 2015

Por contagio

Dicen las personas que saben de esto que hoy ya “la fe no se enseña, se contagia “. La fe ya no se hereda de padres a hijos.
El cristianismo que en sus orígenes tuvo una expansión admirable, la fe no se heredaba, se contagiaba por la adhesión a una Persona, Jesús, y a un estilo de vida marcado por los planteamientos del Evangelio.
La fe se contagiaba más por el testimonio que por la herencia de unas doctrinas. Y en ese testimonio que se contagiaba, tenía una importancia muy fuerte la caridad, el amor entre los miembros y para los pobres. Esto arrastraba a las personas y animaba a hacerse cristiano.
Cuando ya se hicieron cristianos porque lo mandaba el emperador, la costumbre, el cristianismo empezó a derrumbarse.
Hoy buscamos vivir una fe de una manera tan atrayente, tan ilusionante, que implique ya desde el principio una adhesión a Jesús, a su estilo de vida, a una apuesta por los pobres, a una forma de vivir que sea alternativo a una sociedad donde la vorágine del dios dinero, poder, placer y sus consecuencias campan a sus anchas.
Si somos cristianos, podemos transmitir la alegría, el gozo, de serlo. Y una nueva forma de vivir No se trata de imponerlo a nadie. Sino de vivir a Jesús, su Presencia en todo y en todos y tratar de hacer un mundo nuevo como Él plantea.

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