sábado, 8 de octubre de 2016

Las cosas son del dolor con que se mira.



Me ha gustado esta frase. Mientras arrecian las trompetas y suenan los cohetes de San mateo, nos dicen que 10 millones de etíopes corren peligro de morir de hambre por la sequia.    Diariamente el mar se traga una buena ración de  refugiados que tratan de huir de la miseria con lanchas.
Pero es como el sordo que pasaba entre la música y se extrañaba de que todos bailasen. Él no escuchaba nada.  Nosotros permanecemos sordos ante estas catástrofes. Estamos sordos y ciegos y no sentimos en el corazón ese sufrimiento.
Ya lo decía ayer: he puesto una alarma en mi reloj para que a lo largo del día suene y me haga recordar y pasar por el corazón ese sufrimiento, ese dolor, esas muertes. Y a ver si el corazón me mueve a actuar.
Ya no vale solamente con compartir ropa, zapatos, alimentos… Hay que actuar a través de firmas, de colectivos por la justicia, de los partidos políticos, de colectivos que luchan por dar una oportunidad a los refugiados, para que cesen las guerras. Si de verdad nos unimos y damos mucha guerra, nuestra voz se va a oír y conseguiremos.
Un camino es: ver y oír las noticias con el dolor  con que se mira.
No puedo vivir al margen de lo que ocurre y decir ”ya lo arreglarán”. Me siento responsable y parte activa de la solución.   ¿Cómo?  Pienso mis respuestas.

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