jueves, 2 de febrero de 2017

La Caridad Cristiana




La vida de un cristiano está llena de dudas. ¿Qué tipo de vida debo llevar?,  ¿Qué es más importante la oración, o la firme lucha por los demás?,  ¿Es bueno dudar de las posiciones de la Iglesia?
Y por supuesto muchísimas más, y todos los días. Nuestra formación religiosa nos puede ayudar en este proceso durante toda la vida. Comienza con nuestro propio deseo de ser cristiano y continúa a lo largo de nuestra vida.
Los Agustinos Recoletos dicen que debemos  caminar hacia la plenitud humana mediante una experiencia personal y también comunitaria.
El verdadero motor para realizar un orden moral, que completa la caridad, es el amor. Es la voluntad que tiene la libertad. El resultado es el orden moral de la caridad.
Lo más importante en la vida de un cristiano, la esencia del cristianismo, es la caridad. Nuestro amor y nuestros buenos deseos deberán estar al servicio de nuestros semejantes para cubrir sus necesidades con caridad y comprensión. Es imposible ser buen cristiano sin caridad.
La caridad es el amor de Dios a los hombres. Nos enseñaban de pequeños que “Caridad es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”
Sin la caridad no existirían el resto de virtudes cristianas. La caridad es amor desinteresado, es decir y  hacer el bien a otros sin esperar nada a cambio. Amar al prójimo es caridad ya que nos hace buscar el bien de los demás.

La caridad puede ser “interna” (la voluntad nos hace colaborar), puede ser “inteligente” (con la estima y el perdón), puede ser de palabra (obediencia, y hablar bien de los demás), y también puede ser de “obra” (serán las Obras de Misericordia).
De la caridad se derivan la paz y la misericordia. San Pablo dice que la caridad es paciente, no es envidiosa, no busca el interés, se alegra de la verdad, no toma en cuenta el mal, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta.
Tener caridad es procurar que nuestro prójimo se sienta a gusto, es no irritarle, es tratar de que se alegre, es no alegrarnos con la injusticia, es amar a los  pobres, necesitados, enfermos, emigrantes y también a nuestros  vecinos, amigos, parientes, conocidos, paisanos, etc. (A todo el mundo).
Aquel a quien todos buscan para escucharle, para estar junto a él dispuestos a recibir su amor y su caridad cristiana, ese es un cristiano caritativo.
No tiene que hacer grandes discursos, ni tratar de convencer a nadie de su amor y de su caridad, sólo debe amar a los demás teniendo caridad en todo su ser, pensamientos, palabras y obras.

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