Hay fincas que estuvieron el año pasado sembradas de un producto y este año han vuelto a brotar sin sembrarlas de nuevo.
Yo creo que así ocurre en la vida: Aquello que sembramos en un momento, produce su fruto más tarde.. No hay ninguna vida entregada que no produzca su fruto. Lo vemos en los padres, en la familia, en la sociedad. Siempre que una persona entrega su vida, habrá un fruto. Es cierto que muchas veces no se ve, pero ahí está y aparecerá cuando menos lo pensamos.
Es una anécdota real. Hace unos días estaba a las puertas del quirófano de San Pedro, esperando. Había otras varias familias. Una señora me miraba una y otra vez. Cuando a alguien pronunció mi nombre, ella me abordó y me dijo” tú eres Gerardo”.- Si. Pues yo soy (cambio los nombres) Juanita. Mira hace 25 años vine a tu casa en Ortigosa. Yo era drogadicta y mi novio también. Estaba en estado. Y no tenía ganas de tener el hijo. Me acogisteis en casa y nos buscasteis un piso en Logroño. Esto hace 25 años. Tuve el hijo. Mi novio siguió en la droga y más tarde murió. Yo me casé luego con otro y ahora tengo un trabajo en Logroño. Mis hijos tienen ya 24 y 22 años”.
Me llenó de alegría. Aquello poquito que hicimos de acogerlos y apoyarlos en su momento, ahora se ve en parte culminado .Una persona que se ha recuperado, un hijo que vive feliz.
Si cada uno miramos nuestra vida, sin duda que tenemos la experiencia de que nuestras pequeñas entregas han producido su fruto, porque “toda vida entregada da fruto”.
Es lo que celebramos en San Roque: su entrega a los enfermos de la peste, produjo su gran fruto, aunque muchas veces se viese solo y rechazado..Porque vete a saber cuándo se nota el fruto.
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