Y distintas las personas: En el pensar, en las opiniones, en las formas de ser y actuar, en las creencias… Y esto es una riqueza. Lo importante es aceptarlo y vivirlo como algo positivo. Como una suma, no como una pugna
Puede resultar negativo si yo me creo en posesión de la verdad. Si creo que mi camino es el verdadero. Pero sí que tengo que tener claro lo que quiero y busco. Si quiero comprar castañas, no voy a buscarlas a una pescadería. Si vivo en una Iglesia, será bueno y conveniente partir del evangelio, partir de Jesús. Porque a veces damos más importancia a la tradición, a que siempre se ha hecho así, que a lo que realmente nos ofrece el Evangelio
A veces podemos vivir la contradicción: no creo en Jesús y quiero recibir un sacramento. Lo veo mucho mejor, si no creo, no implicarme
Lo mismo podemos aplicarlo al ambiente social y político. Cada uno tiene unas ideas y pertenece o no a un partido político. Cada uno piensa que lo suyo es bueno. Y por eso, lo sigue. Pero no podemos pensar que lo demás es malo. No nos convence y ya está .Y será enriquecedor que descubramos lo bueno que hay en los demás. Igual que desee mi fe cristiana, lo veo el mejor camino para mí, pero acepto que otras personas y tengan y vivan otra religión
Lo que nos puede perjudicar más es la superficialidad: el no tomar las cosas en profundidad, en serio, el quedarme con las apariencias ,con lo externo.
Necesitamos personas convencidas, consecuentes y respetuosas con otras formas de pensar.
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