Ya
casi un poco aprisa. Pero hay que sembrar ahora que es tiempo. Enseguida va a venir la primavera y empieza
toda la creación a nacer, crecer, brotar.
Percibo
como que nos gusta poco sembrar. Preferimos recoger, cosechar. Y todo depende
de una buena siembra, de una buena poda.
Tenemos
necesidad en la vida de sembrar: de leer, reflexionar, pensar, organizar,
planear, cargar las pilas y preparar la maquinaria
Es
curioso, Pero llevamos un mes de un año nuevo y posiblemente no hemos hecho
todavía la programación de este año. Volveremos a hacer mecánicamente lo mismo
del año pasado. Y seguiremos no solo con los que nos traiga el calendario, sino
con las mismas costumbres, ritos, acciones de otros años.
Cuando
vemos que un producto no rinde lo suficiente o no nos gusta su fruto, lo
cambiamos y sembramos otro distinto.
Aún
hace frio y apetece estar en casa. Podemos aprovechar para almacenar análisis
de nuestras vidas, de nuestros pueblos, de nuestra sociedad y marcarnos
alternativas, metas a conseguir, y acciones
a realizar. Puede ser tiempo de cargar las pilas, de formarnos, de
acumular resorte para actuar.
Hacemos
muchas cosas, repetimos muchos gestos, pero no sé si sabemos a dónde vamos y
qué queremos conseguir.
Yo
veo que los labradores al sembrar echan bien de abono para que las entrañas de la tierra tengan vida y
vitalidad. Eso mismo necesitamos nosotros: abono de ilusión, conocimientos,
esperanza, contemplación.
Es época de sembrar. Que luego ya recogeremos.
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