Hay
una gran diferencia entre ceremonia y celebración. En la ceremonia ya está todo
determinado y estipulado lo que hay que hacer: personas que intervienen, lugar
para cada una, protocolo a seguir, palabras que se pronuncian, gestos que se
realizan. Todo según el ritual ya consagrado.
Sin
embargo en la celebración entra la creatividad, lo espontáneo, lo vivo.
En
nuestras celebraciones vivimos demasiado el ritual, tal y como está desde hace
muchos tiempos. Frases que hoy no dicen ya a las personas, gestos que hay que
explicar, ritos que responden a otra cultura, frases que parten de otra visón
del mundo y de la geografía…
No
se trata de inventar ni de saltarse los modos. Sino que abogo por ir creando
una riqueza de celebraciones con gestos y signos y expresiones de hoy.
Nuestra
fe está expresada en su mayor parte en lenguaje de siglos pasados, dese hace
1700 años. Y con expresiones que responden a la situación, conocimientos, forma
de pensar de entonces. ¿No sería bueno, positivo y evangélico el celebrarlo con
modos y expresiones y gestos de hoy?
Podemos
ir teniendo iniciativa y creatividad en las oraciones de los fieles, en las
ofrendas, en los cantos, en imágenes para explicar la Palabra de Dios….
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