jueves, 5 de junio de 2014

Con vitalidad

Me ilusiona enormemente. Una abuela centenaria ha creado una empresa solidaria. Toda su empresa la lleva en una bolsa de plástico: dos agujas, un metro y un  ovillo de lana. Ha tejido unas mil vendas de un metro con veinte centímetros.  Son para enviarlas a la misión para ayudar a los enfermos.
Esto es imaginación: en época de crisis, crear su propia empresa, ocupar el tiempo y dar miles de puntadas para los demás. A los ciento y cuatro años.
Hoy estaba un poco cansada porque el hilo le parecía muy delgado y hasta casi se pone en “huelga”. Quiere una lana más gruesa.  Pero dice que así maneja los dedos y hace ejercicio.
Hay mucho por hacer en el mundo y cada uno podemos crear nuestra propia empresa: hacen falta pocas cosas, mucha imaginación y raudales de ganas.
En nuestra región y en muchas partes del mundo, hay miles de personas (casi siempre mujeres) cosiendo, tejiendo, preparando ropas para las personas más necesitadas sobre todo del tercer mundo.
Hablamos mucho de emprendedores. Ya vemos. Sin asesores, sin ayudas oficiales… buscando las necesidades de los demás y  los recursos propios.
Y algunos enfermos, niños…  en el tercer mundo lo van a disfrutar y cubrirán un poco sus heridas.
No, por favor, no les saquéis fotos ni aplaudáis. Llevan consigo el premio: su felicidad unida a personas que no conocen pero que van a experimentar su amor hecho vendas o hecho vestido.

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