martes, 9 de diciembre de 2014

¿Otra vez Cueva de Belén?

El hecho es muy bueno. Una abuela estaba a las puertas de un supermercado pidiendo limosna, precisamente cuando se estaba recogiendo los alimentos donados por los particulares (no por las empresas, qué ¡
vaya negocio que hacen ¡) para operación kilo. Varios compradores le entregaron parte de su compra como limosna. Cuando ya había acabado el tiempo, ella cogió todas las bolsas que le habían entregado y las dio a los voluntarios de operación kilo.
Me tiene intrigado el ambiente de solidaridad que nos dicen que vivimos. Porque nos ha comentado el papa Francisco, que la solidaridad, para ser auténtica, ha de ser dolorosa. Vaya, que nos duela el bolsillo y la cartera.
Dar lo que me sobra o me cuesta poco, puede ser bueno, pero ¿somos capaces de más?
Y puesto a reflexionar, me voy a fijar en algo que no cuesta dinero. Algo más profundo. Siento y percibo que cuando hablamos de los parados, discapacitados, presos, toxicómanos, alcohólicos…… solemos cargar y juzgar como culpables de alguna forma de su situación. Somos un poco jueces.
¿Sería positivo que tratemos de empatizar, de entrar en sus sentimientos sin juzgar, simplemente escuchando, gozando y sufriendo con su sufrimiento? Y para ello intentar compartir tiempo con ellos. Y si es casa, comida, presencia , mucho mejor.
Siempre decimos: “no es porque sea mi nieto, pero es más majo…! Eso, que los veamos y sintamos como familia. Y entonces, igual cambiamos de sentimientos y de actitud.
En Belén no se enteraron de quiénes eran aquellos” jovenzuelos “ que pedían posada. Tan joven ella y en estado…Qué poca responsabilidad.

Vaya que compartiendo sentimientos, igual no necesitamos Cueva en Belén

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