lunes, 27 de abril de 2015

Cerezos

Impresionante. Los cerezos silvestres empiezan a echar su flor. En medio de la obscuridad de las nubes, del color apagado de los robles, brota la hoja blanca, y crea motas, paisajes de vida, de blancura en todo el paisaje.
Venía esta mañana contemplando estas maravillas y de repente oigo en la radio la terrible noticia del hundimiento del barco con 700 personas inmigrantes.
Motas de muerte y dolor en medio de la sabia de los cerezos. Vida en medio de la muerte
Me niego a aceptar la necesidad de esas muertes absurdas. Me niego a que un día esos cerezos sean cortados y explotados y rajados.
Y lo bonito es que esos cerezos solo dan cerezas silvestres que no se comen, que no sirven más que para dar sus hojas año tras año y luego sus pequeños frutos que van cayendo poco a poco hasta invernar de nuevo.
¿Tan difícil es dejar crecer a los viajeros de la barca en su tierra, aunque sean negros? Tienen su inmenso valor. El mismo que cualquier otro muerto y cualquier otro vivo en cualquier parte del mundo. Necesitan como los árboles, luz, sol, agua y poder crecer, vivir.
Propongo una campaña para preservar los cerezos silvestres. Y una actividad mucho más intensa para no quedarme en lamentaciones y denuncias sino empezar a defender a los navegantes en su tierra.
En los montes hay brigadas de medioambiente para cuidarlos y preservarlos. Es urgente que todos los países, que toda la humanidad trabajemos por dejar la posibilidad de que estas personas puedan vivir y desarrollarse en su país. Eso es lo principal y más grave que hoy existe.
Pero perdonadme: no me quietéis la blancura de estos cerezos. Aunque sean una especie de oasis en el mundo. Me resisto a quedarme mirando la destrucción y la muerte ¿Verdad que es posible plantar millones y millones de árboles? Simplemente dejemos a la naturaleza y a las personas crecer en su terreno.

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