El
combate a la economía sucia, al narcotráfico, a la estafa y el fraude, a la
corrupción, plagas contemporáneas prohijadas por el antivalor, ese que sostiene
que somos más felices si nos enriquecemos como sea.
Hemos
sacrificado los viejos dioses inmateriales, y ocupamos el templo con el Dios
Mercado.
Él
nos organiza la economía, la Política, los hábitos, la vida y hasta nos
financia en cuotas y tarjetas, la apariencia de felicidad.
Parecería
que hemos nacido sólo para consumir y consumir y cuando no podemos cargamos con
la frustración, la pobreza y la autoexclusión.
Lo
cierto hoy, que para gastar y enterrar detritos, la llamada huella de carbono
por la ciencia, dice que si la humanidad total aspira a vivir como un
norteamericano medio, serían necesarios tres Planetas.
Es
decir: nuestra civilización montó un desafío mentiroso y así como vamos, no es
posible para Todos colmar este “sentido de la vida” que en los hechos masifica
como cultura nuestra época dirigida por la acumulación y el Mercado. Prometemos
una vida de derroche y despilfarro, que constituye una cuenta regresiva contra
la naturaleza, y contra la humanidad como futuro.
Civilización contra la sencillez, contra la
sobriedad, contra todos los ciclos naturales, pero lo peor, civilización contra
la libertad que supone Tiempo para vivir las relaciones humanas, amor, amistad,
aventura, solidaridad, familia. Civilización contra el tiempo libre que no paga
y puede gozar escudriñando la naturaleza. Arrasamos las selvas verdaderas, e
implantamos selvas anónimas de cemento. Enfrentamos al sedentarismo con
caminadores, al insomnio con pastillas, a la soledad con electrónica…. ¿Es que
somos felices alejados de lo eterno humano? Aturdidos, huimos de nuestra
Biología que defiende la vida por la vida misma como causa superior y la
suplantamos por el consumismo funcional a la acumulación. La política, eterna
madre del acontecer humano, quedó engrillada a la economía y al Mercado.(José Múgica)
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