“Te
recordaremos como el cura que arregló el templo”. Eso me lo dijo un señor al
despedirme de una parroquia. Lo dijo con todo el cariño. Pero me dolió en el
alma. Si lo importante son las obras que he hecho, poco he realizado.
Me
viene a la cabeza esto a la hora de hablar sobre los municipios y las elecciones.
Siento que un alcalde o un político no es grande por las obras que haya
realizado (eso lo hace cualquiera con dinero), sino por lo que haya construido
de comunidad, de pueblo. Por lo que haya trabajado la participación y por lo
que haya repartido responsabilidades a todas las personas. Por lo que haya
intentado formar personas capaces de animar el pueblo y poder dejar así él de
volverse a presentar. Por lo que haya escuchado y contado con los ciudadanos de
otras opiniones. La mayor necesidad que yo percibo en los pueblos y a su vez el
mayor logro es la participación, la implicación de los ciudadanos a la hora de
información, planeamiento de actividades, colaboración, veredas, respeto a
todas las opiniones, dinamización de las asociaciones.
Todo
depende de los objetivos que tengamos como comunidad vecinal: son más vistosas
las grandes obras, pero lo que realmente transforma una vecindad es ir siendo
todos protagonistas de la vida.
Será
importante escuchar todas las opiniones, deseos, propuestas, y encauzarlas al
bien común. Vamos, que el ideal es que no haga falta más ese político, ese
dirigente, porque hay otras personas que le pueden suplir y seguir empujando su
acción con nuevos bríos.
Una
herramienta que veo muy positiva son las asambleas, los plenos con voz y voto, los
periódicos( hoy ya foros, facebook...), las hojas populares..
Hay
una realidad que me duele mucho: en los plenos ya no tenemos voz los
ciudadanos, a no ser en casos muy concretos. Ni tampoco sirve la discusión de
los distintos partidos porque la mayoría gobernante lleva ya decidido lo que se
va a hacer. Eso crea pasotismo, lejanía. Nos priva del enriquecimiento con la
opinión de todas las personas.
Claro
que hay que trabajar y mucho las ganas de participar, la experiencia de que lo comunitario
también es mío, de que necesitamos todos de los demás.
Los
enemigos del alma son el sofá, la tele y el WhatsApp. Fenomenales como posibilidad, pero también
nos pueden llevar a la no implicación.
Y
no olvidemos que ayuntamiento viene de “ajuntamiento”. Que sea un elemento que
nos une hacia unas metas comunes. Que no sea motivo de división.
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