lunes, 27 de abril de 2015

Haciendo pueblo

“Te recordaremos como el cura que arregló el templo”. Eso me lo dijo un señor al despedirme de una parroquia. Lo dijo con todo el cariño. Pero me dolió en el alma. Si lo importante son las obras que he hecho, poco he realizado.
Me viene a la cabeza esto a la hora de hablar sobre los municipios y las elecciones. Siento que un alcalde o un político no es grande por las obras que haya realizado (eso lo hace cualquiera con dinero), sino por lo que haya construido de comunidad, de pueblo. Por lo que haya trabajado la participación y por lo que haya repartido responsabilidades a todas las personas. Por lo que haya intentado formar personas capaces de animar el pueblo y poder dejar así él de volverse a presentar. Por lo que haya escuchado y contado con los ciudadanos de otras opiniones. La mayor necesidad que yo percibo en los pueblos y a su vez el mayor logro es la participación, la implicación de los ciudadanos a la hora de información, planeamiento de actividades, colaboración, veredas, respeto a todas las opiniones, dinamización de las asociaciones.
Todo depende de los objetivos que tengamos como comunidad vecinal: son más vistosas las grandes obras, pero lo que realmente transforma una vecindad es ir siendo todos protagonistas de la vida.
Será importante escuchar todas las opiniones, deseos, propuestas, y encauzarlas al bien común. Vamos, que el ideal es que no haga falta más ese político, ese dirigente, porque hay otras personas que le pueden suplir y seguir empujando su acción con nuevos bríos.
Una herramienta que veo muy positiva son las asambleas, los plenos con voz y voto, los periódicos( hoy ya foros, facebook...), las hojas populares..
Hay una realidad que me duele mucho: en los plenos ya no tenemos voz los ciudadanos, a no ser en casos muy concretos. Ni tampoco sirve la discusión de los distintos partidos porque la mayoría gobernante lleva ya decidido lo que se va a hacer. Eso crea pasotismo, lejanía. Nos priva del enriquecimiento con la opinión de todas las personas.
Claro que hay que trabajar y mucho las ganas de participar, la experiencia de que lo comunitario también es mío, de que necesitamos todos de los demás.
Los enemigos del alma son el sofá, la tele y el WhatsApp.  Fenomenales como posibilidad, pero también nos pueden llevar a la no implicación.
Y no olvidemos que ayuntamiento viene de “ajuntamiento”. Que sea un elemento que nos une hacia unas metas comunes. Que no sea motivo de división.

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