martes, 9 de febrero de 2016

Hay épocas en que no cesa de llover

Hay épocas en que no cesa de llover. Que llueva, que llueva... Siempre está fluyendo el amor de Dios en las personas. Lo palpamos en las obras que otras personas realizan en nosotros. Las llamamos
1.- OBRAS DE MISERICORDIA
Misericordia no es considerarme superior al otro y ser condescendiente con él, sino partir de que la otra persona y yo compartimos las mismas realidades y las dos somos acogido y amados por Dios.
Ver las cosas y las personas con Dios y como Él: desde el Amor. No desde altura de ser yo mejor. Si no experimento yo la misericordia y que Dios comparte mi realidad totalmente, sería la postura del señor que acude al pequeño y al pobre.
El sol luce igual sobre justos e injustos
Llevamos un tiempo largo en que la sociedad otorga premios, reconocimientos, medallas a las personas y entidades que han sido generosas. Cuando Jesús se conmueve por la multitud hambrienta y hace que compartan el pan, no acepta homenajes. Se va al monte a orar a solas, para llenarse de la presencia del Dios Padre de todos.
Lo único necesario para compartir con los demás hermanos heridos, es sentir el corazón. Como en el buen samaritano, hay que bajarse del burro, de la cabalgadura y acercarse al herido. Ahí está lo importante: bajarme de mi situación, opinión, prejuicio y ponerme a ras de la persona herida.
No entiendo que haga falta ninguna indulgencia, porque Dios perdona totalmente y globalmente. La única condición es bajarme de la cabalgadura y dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, acoger al peregrino, visitar al preso, acompañar al enfermo… Escuchamos las palabras de Jesús: ”venid, benditos de mi padre…”. Sin más condiciones que haber acompañado al sufriente.
Desde la altura de mi situación, de mi borrico, como el samaritano, es difícil ver, palpar, sentir las necesidades del prójimo.
Si nos ocurre algo importante a nosotros o a nuestra familia y se nos revuelven las tripas. Se nos quitan las ganas de comer. Algo así pienso que es necesario que sintamos y vivamos ante el hermano herido con cualquiera de las muchísimas heridas.
Heridos hay a millones por los caminos. Y no podemos llegar a todos, pero, yo siento que es bueno acercarme de verdad a alguno, sentir con él, llorar con él, vivir con él. Qué bueno si en la lista de nuestro corazón hay una o dos personas heridas, que nos ocupan y nos preocupan.
Y después de verle, atenderle, preocuparme por él y con él, trabajar para que no haya más heridos de ese tipo. No sé si el samaritano avisó a la policía para que vigilasen más aquel trayecto o si puso radares o guardas vigilantes. O si cogió a los ladrones y les llevó a una escuela de los judíos a rehabilitarse… Misericordia, sí, pero antes y a la vez justicia. A ver si evitamos millones de heridos en los caminos tramposos de la vida. Eso es para mí la misericordia, pero con todas las complicaciones.
¡Qué raro me suena eso de “misericordia”. Me evoca un poco al rico dando comida al pobre en el portal de la casa. O al pobre pidiendo de rodillas en la calle o en la puerta del templo al que unos pocos van echando calderilla.
Me gusta más esta expresión de la Biblia “A Dios se le revuelven las entrañas al ver al pueblo de Israel esclavizado“. O las veces que dice el Evangelio “Jesús se conmovió al ver a las personas con hambre, con un hijo muerto, con una enfermedad de muchos años”. Todo parte de sentir, de ver la realidad del otro, de vivirla como propia, de dejarnos impactar, de ver los hechos, las causas y la respuestas, y sobre todo, sentir cómo sufren y duelen las personas.


Porque ante todo, la misericordia arranca del amor y de la dignidad de las personas. No es por sentirme yo mejor o peor.
No se trata de resolver, sin más, las necesidades ajenas, sino de vivir, con los demás sus carencias y descubrir con ellos la posibilidades para recuperarse. Siempre partiendo y buscando su dignidad de personas.
Conmoverse”: “se me revuelven las tripas”, “nos da una mala vuelta” cuando percibimos y sentimos el sufrimiento propio o ajeno.
Hace unos años, vino un chaval y me dijo ”que ha dicho mi madre que iba a echar estas manzanas a los animales y ha pensado que igual te gustaban a ti”. Y ayer me dijo otra persona: ”toma estas botellas de aceite extra virgen, porque son muy buenas y a nosotros nos gustan. Me magino que igual les va a gustar a aquellos a quienes se las entregues”.


2-.- Dar de comer al hambriento. Lo cambiamos un poco: “Compartir el hambre y compartir la comida”.
Sentir: significa conocer la realidad de las personas hambrientas. Pasar físicamente hambre, vivir en austeridad.
Cada vez descubro más sentido al ayuno (aunque el no comer carne, no me implica nada).
Multitud de colectivos, Ongs, Asociaciones, grupos, entidades... reparten comida a los pobres Y muchas personas se privan de comida por compartirla con los demás Pero me molesta un poco el que haya “tantos hechos de solidaridad”, tantos premios por ser solidarios, tantas operaciones puntuales de recogida de alimentos. Pienso que antes que la misericordia, ha de funcionar la justicia y la lucha por unas leyes justas que eliminen la posibilidad de hambre en el mundo.
Es como la cocinera o el cocinero, que al ver que no va a llegar la comida porque los comensales han aumentado más de lo previsto, dice: “no tengo ganas hoy de comer, porque he echado un bocado”. Miles de vecinos comparten con otras personas comida, fruta, postres, verduras, ensaladas... felices, se lo están dando a Jesus. Pero sobre todo felices si tenemos la suerte de que los demás llenen nuestra hambre de solidaridad.
Ir a la causas profundas del hambre en el mundo y luchar por la justicia en la creación y en el reparto. Parece que se va recuperando el que llegue la comida para más personas. Pero todo lo que podamos hacer con ongs, partidos políticos, asociaciones... Trabajar para que no haya Hambre. Cuando pienso en el hambre, enseguida me voy a los hambrentos que conozco, pero ¿cuántos miles de personas mueren por no tener alimentos en el tercer mundo? Y es cuestión de leyes, de negocios, de riquezas hechas a base de pobrezas.
La comida cura no solo el estómago sino la convivencia, la acogida, la amistad. Menos caridad y más amor. El hambre no se quita solo con pan.
Y a la vez suprimir el hambre en el mundo. Sobre todo, en los niños (20 personas en España tienen los mismos bienes que 15 millones de personas). Es de suponer que guarden algun día ayuno por prescripción médica.
Ya tenemos una misión gozosa. Compartir el hambre y el pan bueno, o los frijoles, o el arroz.
Con la comida que se tira en nuestra Rioja, se cubriría mucha hambre. Veo muchos frutales, muchas verduras que se acaban perdiendo. Si tenemos la suerte, podemos quitar hambre.
Recuerdo que varias veces lo hemos hecho: vamos con los niños de marcha y mezclamos los bocadillos. Luego, cada uno coge el que salga. Menudo jaleo ”este no es el mío”. Fraternizar la comida y el hambre.
Es muy original la idea: vendemos bocadillos para sacar dinero en la campaña contra el hambre. Muy bien por el esfuerzo de los que trabajan al hacerlo y por lo que puede suponer de mentalización. Pero, ¿mira que quitar el hambre de los demás comiendo pinchos nosotros?


3.¿-COMPARTIR CAMA ?
Eso no. Lo prohibe la moral... y es mejor que una persona se quede sin cama...? Es cierto que hay otras soluciones. Pero puede ser las camas calientes que en las ciudades se alquilan.
Jesús no sé si estuvo muy acertado. Porque sí que habría peregrinos hacia Jerusalén. Pero sin duda existian mucho más carrilanos recorriendo caminos en busca de alimentos y casa.
Acoger al peregino. Viene más limpio y en mejores condiciones físicas. Pero acoger al transeúnte, al sin techo, es complicado. Hay albergues, casas de acogida, pero aún así hay muchas personas buscando cama, casa, lugar.
En nuestros pueblos se acogía a los pobres en los pajares. Por lo menos había cierto calor y abrigo. Hoy con los pisos y las casas es más complicado. Y sobre todo, tenemos mucho miedo. Es cierto que cada equis tiempo sale la noticia de alguien que ha herido a un señor en su casa.
Yo llevo treinta años compartiendo la casa con otras personas: parados, toxicómanos, inmigrantes, curas, expresos, prostitutas. Y he tenido mucha suerte: me han enseñado mucho, me han tolerado casi todos mis manías, me han ayudado en las tareas de casa Y varios me siguen llamando como a un padre. Es cierto que quizás hoy se pueda pensar en nuevas fórmulas.
Me maravillan unos religiosos de Logroño, que al quedarse su casa vacía de vocaciones, la han empleado totalmente.Y una parte de ella es para acoger personas que esporádicamente necesitan una cama.
Tiene su dificultad acoger al peregrino, al transeúnte: cómo escucharle, cómo descubrir su valía, cómo potenciar sus posibilidades, cómo a veces superar sus debilidades sicológicas... Hace falta equipo y hace falta ayuda de los vecinos. Pero qué bonita obra sería este año de la misericordia acoger en cada pueblo a una o varias personas. Lo ha dicho el papa, pero parece que la respuesta es de papel y de documento.


4.- ¿Qué tal estamos? Visitar a los enfermos.
Dejarme encontrar por los enfermos. El es señor. Vengo a escuchar, a aprender, a acompañarle para que él y yo descubramos las energias, las posibilidades de esa enfermedad. Para juntos encontrar la paz. Por eso, lo primero es el silencio: no dar ruido, no hablar demasiado, escuchar, acoger, no juzgar, desvelar los recursos.
Qué bien se visita en los pueblos a los enfermos. Y a los ancianos. Mucho cuidado. A ver si es conveniente que yo le ayude en algo, le lave los platos, le limpie la habitación, porque puede ocurrir que le cree mayor conciencia de su invalidez, de su situación. Si escucho, si lloro con él, si río con él, se silencio produce eco.
En los hospitales, mejor si estoy poco tiempo a no ser que el enfermo me pida mayor estancia. Y mucho menos con motivo de ver al enfermo y si es domingo, echar la tarde allí,. En alguna ocasión me he encontrado 8 personas en una habitación y calladito me ha pedido el enfermo”¿puedes sacarme todas estas viñas de aquí” Es que enseguida empezamos a hablar del campo, de otros problemas. Y el enfermo está para descansar.
No me interesa saber la enfermedad ni sus causas, ni mucho menos ofrecer soluciones al paciente. Estar junto a él y compartir silencio, dudas, miedos, interrogantes, soledad... eso puede curar. Y por supuesto, si hablo, acompañar para que el enfermo descubra su camino, su sanación...
Hoy hay una serie de enfermedades, reconocidas socialmente y atendidas en parte. Ahí tenemos una oportunidad en la que se va manifestando la salvación de Jesus. Son enfermos mentales, discapacitados. Podemos acompañar, potenciar, hacernos socios, dedicar ratos a los tiempos libres y a los talleres, apoyar su ocio, estar con las familias, mejorar las leyes en su favor.


5..- Pasamos sed y repartimos bebida
Es fácil dar de beber al sediento. Bueno, quizás, no tanto. Porque el agua está siendo la causa de algunas guerra y lo va a ser más en el futuro. Hay escasez de agua, y repartirla es muy difícil.
Sí que es cierto que hemos conseguido que la Coca Cola llegue a todos los rincones de la tierra. Pero el agua para beber, regar, lavar...
Me ha tocado vivir las discusiones terribles por el agua entre pueblos lindantes o entre vecinos por regar el huerto. Una bonita obra de amor. La persona que sea capaz de dejar regar al vecino antes que él, ya es un motivo de canonización.
Qué problemas surgen más fuertes por los trasvases, por la utilización de fuentes y canales. Es que la sed debe ser algo muy duro. Prueba de ello es que el pueblo de Israel armó follón cuando le faltó el agua en Meribá y Masá. Y que Jesús pidió agua a la samaritana, y que sufrió la sed terrible en las cruz.
Una obra maravillosa es cuidar y respetar el agua. No echando elementos que puedan perjudicarla. Ahorrar el gasto de agua al beber, al fregar, el servicio.... Qué bonitas las rogativas cuando no se hacen para pedir que llueva en nuestros campos, sino para orar la sequía. Para escuchar a Dios en esas circunstancias, para responsabilizarnos del consumo del agua.. para sentir la sed de millones de personas.
Y, si bebemos en botella, no tirarla al suelo, sino reciclarla. El reciclado es un amor y un respeto a la naturaleza. Ahí se demuestra si lo que nos preocupa en mi comodidad o el bien de todas las personas.
6 Te acompaño en el dolor
Es un fenómeno muy curioso lo de la muerte y lo que le rodea. El difunto muere. La familia más cercana sufre. Pero se ha montado todo un ámbito social, mitad mercadeo, mitad sociedad. Los tanatorios, las cajas, las flores y todo lo demás hace del entierro un acto más de sociedad.
Enterrar a los muertos ya no se hace. He tenido la suerte de amortajar a cientos de difuntos en las parrquias donde he estado. Hoy eso ya no es posible porque está la empresa funeraria.Pero sí que es posible acompañar, a poder ser en silencio, a las personas que sufren la perdida de un ser querido.
Hay una obra de caridad grande con los difuntos. Casi siempre se tiende a hablar en ese momento y a reconocer sus cualidades en vida: ¡Qué bueno era!
Las cofradías tenían como tarea enterrar y acompañar a los difuntos. Hoy podriamos cambiar y dedicar el coste de los ramos y las flores en servicio a los pobres y a sus ongs. Me ocurrió en una ocasión y fueron 600 euros a una entidad de caridad.
Hay una costumbre muy humana en los pueblos: acompañar a los difuntos. Sería mucho más profunda si somos capaces de hacerlo en silencio. Ir al cementerio sin hablar. Bonito momento para pensar en el sentido de nuestra vida, para recordad al difunto en su vida, para acompañar en el dolor a la familia…
Y hay personas a quienes les cuesta mucho superar el duelo. Quizás ahí tenemos una forma de vivir el Amor: compartir ese dolor pero desde la esepranza. Dotarle de medios sicológicos, creyentes, humanos, para ir superardo el duelo.


7.-Vestir. Hay mucha costumbre de entregar la ropa a Caritas o a otras entidades para luego repartirla o venderla a bajo precio a quienes lo necesitan.
En los buenos tiempos económicos se nota el cambio de temporada por la cantidad de ropa que se entrega. Suelo invitar a que en lugar de dar ropa usada, en buen estado, se dé el dinero que iba a costar la ropa nueva o comprar directamente la prenda para quienes la necesitan.
En nuestras tierras no hay tanta falta de vestido como en otras zonas. Hay una costumbre entre las personas sencillas, que la ropa de un hermano o primo o amigo se da a otro cuando ya no le vale.
Es cierto que hoy hay tanto mercadillo, tanta tienda oulet que es fácil comprar barato. Pero buena obra sería, por ejemplo, si enseñamos a coser, planchar, arreglar vestidos. Porque muchas veces es necesario para aprovechar la ropa que se tiene.
Más que ropa, quizás necesitamos “otros vestidos”: por ejemplo enseñar a llenar impresos, acudir a hacer una reclamación presentar un manifiesto… Vestir a las personas de recursos propios para saber defenderse en la vida. Y enseguida nos va a hacer falta revestirnos de espíritu universalista para poder dialogar con otras culturas, idiomas, religiones. Revestirnos de universalidad.
Pasa lo mismo, tenemos necesidad de aprender a manejar el ordenador, múltiples maquinarias e instrumentos de la vida diaria. No todos sabemos poner un enchufe o encontrar el canal oportuno de la tele, o saber cómo funciona la olla. Es preciso revestirnos de la ropa, del traje del funcionamiento oportuno para la vida normal.
Qué servicio más bonito realiza Ángel haciendo con los abuelos ejercicio de memoria. El va poniendo al dia todos sus conocimientos y estrategias pedagógicas.
Y puestos a vestirnos: qué maravilla revestirnos de mansedumbre, comprensión, diálogo, escucha, paciencia. Hay que buscar tiendas donde se vendan esas ropas.
Y aquí sí que podemos vivir el espíritu de la misericordia: más que enseñar y dar, se trata de aprender, acoger, dejar que nos enseñen…
Se pinchó la rueda el día de los reyes magos. Pedí en misa el regalo de que se arreglara, y al momento tenía cinco personas arreglándola. Y al final, me dejaron un coche a mi disposición. Eso es misericordia.
Es lo mismo que cuando pido ayuda para el ordenador. Se crea un flujo y reflujo entre todos: recibimos y damos.
 
8.-  Presos 
Carentes de libertad.  En un principio, y según la Constitución española, las cárceles son para ayudar a los presos a rehacer sus vidas y ecuperar sus valores.
Pero en la práctica, casi siempre es un castigo, largo, penosos, deteriorante, que no les recupera sino que les hunde más.  Y que les hace  reconocer su pobreza, porque los ricos disponen de medios, abogados, recursos para salir de la prisión en libertad provisional.
Hay bastantes personas voluntarias que les acompañan con visitas, cursillos, ayudas… Algunos les sirven la Palabra de Dios y la Eucaristía.   Tengo la suerte de celebrar con ellos la Eucaristía algunos domingos.  Y es una maravilla su participación, colaboración. Siempre tenemos el mismo tema desde la palabra: ¿Para qué nos sirve el estar aquí?  Y siempre hay alguno que “desde el coro “ tiene ganas de echar una parrafada (es que no se ven entre módulos).  Les invito a que salgan a echar un cigarro.
Hoy hay una realidad que es muy interesante de aprovechar. Algunas personas, en lugar de ir  a la cárcel internos, pueden cumplir su pena con servicios sociales comunitarios. He vivido con varios de ellos.  La verdad que es muy poco lo que van a hacer físicamente con su trabajo, pero la aportación de cariño, de diálogo, de experiencia, de crecimiento, merece la pena. Es una gozada. Una pauta de  lo que pudiera y debiera ser la privación de libertad.
Más dolor que los mismos presos, me producen sus familiares, que puntualmente acuden a visitarles.  Ahí sí que podemos estar y acompañar a sus familiares.  Haciendoles favores de encargos, interesandonos por su salud y sus problemas…
Siempre existe la posibilidad para toda persona de pedir visita y poder dialogar con ellos aunque sea a través de unos cristales. Más que la voz, más que la presencia física, es el cariño que se transmite, que se comparte.
Y como, lo primero es la justicia, una manifestación del Amor cristiano puede ser el protestar porque los pobres estén en la carcel y los millonarios y poderosos salen de ella con fianzas económicas altísimas, con equipos de abogados preparados, con influencia política.


COMO EL GRIFO DE LA FUENTE
En mi pueblo hay una fuente en la plaza y constantemente da agua. Si no es por una avería, no cesa el flujo del agua. Esto me recuerda las obras de misericordia: del corazón misricordioso brota constantemente la bondad. No son obras aisladas, puntuales, sino un constante fluir.
Es cierto que cuado vamos con el cántaro a la fuente recogemos el agua. En ciertos momentos  concretos palpamos y experimentamos más el Amor y la Bodad de Dios en las personas.
Por eso, las Obras de misericordia  no son acciones puntuales, es el aire constante que sopla y que algunas veces se nota más al rozar el viento con las hojas o con un persona.OBRAS ESPIRITUALES
1.-APRENDER JUNTOS
Lo que palpo en las vida son personas con unas necesidades integrales, totales. No veo mucho la diferencia entre cuerpo y espíritu. Jesús sanaba a las personas: perdonaba y daba salud. Nosotros llamamos corporales a ciertos aspectos más visibles. Por eso, decimos: aprender juntos porque todos somos profesores y aprendices.
El otro y yo somos personas que sabemos y que necesitamos aprender. Eso de “enseñar al que no sabe”... ayudar a que aflore en él todo lo que sabe, todo lo que lleva en su interior.
Me ha pasado varias veces. Al intentar ayudar a aprender a leer en castellano a personas de otros países, me ha sido muy fácil haciéndolo a través del recorrido visual por los objetos. Como a las personas les interesa esas cosas concretas porque con ellas trabajan, las usan, las viven, enseguida han aprendido a leer y a escribirlas. Debe de ser el sistema de Pablo Freire.
Hay una actitud en muchas personas de pensar que no saben. Y no saben posiblemente de cosas que se valoran hoy en la sociedad, pero lo que es saber de cosas profundas, de humanidad, saben un montón. Dicen en mi pueblo que cuando hay que trazar una carretera se cuenta con el arquitecto, pero cuando es muy difícil ver el trazado mejor, se llama a un pastor, que es quien mejor acierta.
Ya me decían a mí: “doce años estudiando para no saber aparejar un burro”. Una obra de misericordia o mejor de justicia, sería el descubrir, hacer florecer en las personas lo que saben Y ayudar a poner nombres a las cosas.
Enseñar. Mejor, aprender juntos. Porque lo importante está en el corazón y en la mente de cada persona. No puedo imponer ni meter con un embudo, conocimientos. Mejor es poner elementos ante las personas para que pensemos y descubramos.
Sí que es cierto que conocimientos que hemos adquirido o puesto en la historia, es bueno transmitirlos a los demás. Pero nunca el imponer juicios morales, científicos, sociales.
Qué bueno si no damos interpretaciones del Evangelio, sino que ayudamos a las personas a leer el Evangelio. Que cada uno irá profundizando.
Quizás tenemos oxidada la capacidad de analizar, de pensar. Se trata de engrasar. Enseñar a quien no sabe: mejor, aprender juntos porque todos sabemos e ignoramos.


2. JUNTOS ENCONTRAMOS LO BUENO
Ojo. Que puedo pensar que mi consejo es necesario para la otra persona y en el fondo, lo que voy buscando es imponer mi forma de pensar o de actuar a los demás. Ayudar a pensar, a reflexionar, a enfrentarnos a la verdad que llevamos dentro.
Hoy todas las personas intentamos imponer nuestras categorías, nuestras opiniones. Es maravilloso el abstenernos de dar nuestros criterios y ayudar a encontrarlos. Dar elementos de reflexión. Una obra de caridad muy grande es que las personas aprendan a no dejarse llevar por los medios de comunicación, incluidos los de la Iglesia, sino que bebamos de las fuentes frescas del Evangelio, de la vida y de los empobrecidos.
Qué cosa más grande. Viene alguien a pedir opinión y con mi empatía lo único que hago es devolverle sus preguntas, sus planteamientos. Y después de un rato largo no he hecho más que acompañarle a entrar dentro de sí, a buscar su solución. Al final dice ”ya me lo has resuelto”. No. Solamente he hecho escuchar y devolver. Los remedios solo se dan directamente en las farmacias. Y lo importante es hacer personas que piensen y tomen sus decisiones aunque corran el riesgo alguna vez de equivocarse.
3. CORREGIRNOS PORQUE TODOS NOS EQUIVOCAMOS
Y, ¿estoy seguro de que se ha equivocado? Quién me dice que yo estoy en lo seguro y en lo cierto? Busquemos entre los dos. Y veremos si aquello que el otro ha hecho está mal en sí o según mi criterio. No puedo controlar el Espíritu ni la conciencia ajena.
Hay una tendencia enorme a confundir mis pensamientos, mis opiniones con las del Espíritu. Si juntos escuchamos al Espíritu, a los pobres, en el silencio... podemos llegar a acertar el camino.
Criterios que ayer nos parecían de maravilla y obligatorios en el cristianismo, hoy los vemos como opiniones y prácticas de un momento, de una cultura, de una interpretación determinada. A todas horas se me quejan las mujeres porque en su juventud les prohibían el baile público en cuaresma.
Depende mucho de nuestra interpretación de la moral cristiana para llegar a imponer costumbres, prácticas que dentro de unos años, las veremos como evangélicas. Y al revés. Obligaciones morales que ahora vemos como exigencia cristiana, las veremos contrarias al evangelio. Mucha humildad y dejarnos inspirar por el Espíritu.


4. Perdono y hasta me olvido
Una faena que me han hecho. Si me manchan el suelo puedo limpiarlo con agua y lejía. Así ocurre en las ofensas que me han hecho. Puedo echar mucho cariño, perdón… para barrer esa injuria.
En principio, yo creo que hay una posibilidad sicológica: descubrir la ofensa en su justa medida, verla en la realidad, sin hacerla crecer.
En mi pueblo pasa un río y estos días lleva mucha corriente. Ayer un grupo de personas escribimos en un papel una ofensa, alguna faena que nos han hecho, el sentimiento de dolor que tenemos por ello, y nos fuimos al puente. Escribimos la ofensa y sobre todo el sentimiento que teníamos y lo echamos al río. El agua rápidamente se llevó el papel. Es un camino para perdonar y olvidar. Repetirlo puede producir su efecto.
Siempre me ha chocado la frase de Jesús ”si alguien te hiere en la mejilla derecha, ponle la izquierda”. Y lo entiendo a mi manera, pero es efectivo. Cuando una persona me hiere -así lo siento yo-, lo mejor es con voz muy baja, con serenidad, ofrecerle algo positivo, ponerme de su parte... Y se deshace la ofensa. Cuando mayor es el trozo de hierro, más calor necesita para derretirse. Si una persona me ofende, le desbarato si me pongo a su altura física y me presento menor que ella. La mayor victoria es no darle importancia y sobre todo, ser asertivo a la hora de responder. Manifestar mi sentimiento más que intentar derribar y vencer. Corazón sereno y ánimo equilibrado. La leche en tetrabick, si la abrimos poniendo la boca por debajo, sale muy suave. Si la ponemos con el agujero arriba, sale a borbotones, pero no da de sí lo que puede y es realmente.
Manifestar serena y empáticamente mis sentimientos sin buscar herir. Sino como oportunidad para que la otra persona mejore, crezca...


5. Te acompaño en el sentimiento. Consolar al triste
No me gusta dar el pésame. Prefiero estar en silencio junto al que sufre. Es muy fácil decir palabras de ánimo. Pero muchas veces son palabras huecas. Hay que ponerse en el lugar de quien sufre para poder compartir el dolor y la esperanza.
Se trata de curar, de acompañar a encontrar motivaciones para vivir con ánimo. A veces es preciso que duela primero la herida y que se descubra bien para poder luego aportar curación.
No puedo ni escarbar ni echar polvos de talco. Hay que dejar que se vaya curando. Eso sí, estando junto a quien sufre con serenidad, con lloro, compartimiento y con constancia.
Parece difícil, pero me resulta más difícil acompañar a quien lo vive disfrutando que estar con quien sufre. Porque ambas cosas me exigen profundidad. Los chistes son una forma, muchas veces vacía, de despistar.
Y algo que no me gusta hacer es preguntar, indagar, en las causas de la tristeza. Que quien sufre, se desahogue, cuente, narre. Pero que no haya por mi parte un interrogatorio, una curiosidad. Yo lo veo sobre todo como ejercicio de silencio, paciencia y cariño. Y suele ser doloroso.


6. Vivir las deficiencias ajenas como oportunidad
Cada uno tenemos nuestras debilidades, nuestros fallos. Y muchas veces resultan molestos a los demás. Nos pasa a todas las personas. Lo grande es llegar a un momento en que ya no sea un sufrimiento sino una gozada: acompañar a otra persona y sacar fruto de esa flaqueza. Claro que si ronca mucho o me deja dormir, puedo marcharme a otra habitación. Hay realidades que no sé superarlas. E incluso a veces, eso requiere la ayuda técnica de un profesional.
Paciencia no quiere decir callarme y no darme por enterado. Paciencia es trabajar por estar con quien lo necesita y recurrir con él a ejercicios físicos, ayudas médicas, apoyos sicológicos, etc., una y otra vez, sin cansarme. Sin pretender resolverlo sin más.
Y una ayuda necesaria, es salir de vez en cuando a otro ambiente, descansar de esa dificultad, para reponerme, para respirar otro ambiente. Los cuidadores de enfermos hacen una gran obra de misericordia descansando y cambiando de lugar y ocupación.
Hay personas que nos cuentan miles de veces la misma desgracia. Podemos con sicología ir desviando la conversación, introducir acciones o temas distintos, enfocar las cosas en otra dirección. Un trabajo de maestría. Pero una forma preciosa de vivir la caridad y la misericordia.
Ocasiones especiales son hoy el acompañamiento a las personas enfermas, a los afectados por el alzhéimer o la demencia senil. Cuánto bien hacen muchas personas acompañando, estando con quien vive esas enfermedades. Y no digamos nada, las personas que dedican horas y horas a servir a los enfermos. Y especialmente cuando se ponen raritos.
7. Descubrir a Dios en los vivos y en los difuntos
Todas las realidades son presencia de Dios. Hay que sondear, hay que detectar su presencia. Y vivirla como tal. No para que me escuche, que ya lo está haciendo sino para compartir y dialogar con Él sobre estas realidades, para darle gracias, manifestarle nuestros sentimientos, sentir su voluntad.
Ya no es “rezar cinco padrenuestros o tres salves”. Es estar a solas, hablando con quien sabemos que nos ama y nos lo está demostrando en cada realidad, aunque nos parezca positiva o negativa.
Por mucho que nos empeñemos, no podemos cambiar el curso de la naturaleza, pero sí podemos vivir la presencia salvadora de Dios en cada realidad. Y empalmar con ese sentimiento. Una vez más es necesario el silencio, la escucha, la Presencia. Y caminar en la dirección salvadora que la vida nos marca, aunque no nos guste.
Lo que sí puedo hacer es ofrecer a los demás mi experiencia, mi colaboración, mis pistas. Pero, sobre todo, mi escucha de Dios. Y siempre con los grandes deseos y metas de Jesús: pan para todos, un mundo nuevo que sea sociedad de Dios, un perdón y un mundo nuevo experimentado ya aunque sea inicialmente.
Me encanta, cuando quiero orar recordando a los difuntos, que es Dios Padre quien me los recuerda: como un buen padre no se olvida, no tengo que recordarle a sus hijos, sino que es Él quien me indica las necesidades de su familia, que somos todos, y quiere y me indica cómo echar una mano.




Si fuese hoy
Surgen nuevas formas, nuevas realidades en las que vivir la Misericordia.
Podemos hacer una lista...
Lo importante es que nuestra vida esté regada por el Amor. De Jesús en la cruz salió sangre y agua y sigue corriendo en cada persona: La acogemos y la dejamos pasar.
Así se ve que Dios es Amor, misericordia, perdón.
Misericordia hoy y aquí
   la misericordia no son actos aislados, sino actitudes que se manifeistan en acciones concretas
  Insinuóoalgunas pistas, alguna señales, alguna fuentes que manan de la  misericordia:
 .- dar sangre a Donantes
.-donar órganos para transplantes
.-cooperar como voluntarios en las Ongs y Asociaciones.
.-Participar en Partidos Políticos
.Colaborar en el Telefono de la Esperanza
.-Crear puestos de trabajo
Y YA STÁ. ¿HAY ALGUN MOMENTO EN QUE UNOS Y OTROS NO EXPERIMENTEMOS QUE DIOS ES MISERICORDIODO? stos de trabajo o repartir el trabajo que hay aunque cobremos menos
.-Usar los servicios públicos de transporte para no contaminar con el propio
.mantener limpias las calles
.Reciclar todos los elementos posibles:basura, vidrio, papel, ropa,
.-Comprar en  tiendas de comercio justo
.-Colaborar en economia solidaria, banca ética.
.Audar en apoyo escolar
.-Pelar patatas, poner mesas, servir comidas en actos populares
Repartir hojas en el pueblo, avisos..
.Dejar el ordenador, la impresora.. a otras peronas
Dejar un local para usos comunes...
Llamar por telefono, mandar un wuasshap....
Dejar el coche para un viaje o llevar a alguien a algun sitio necesario
Ser mediador entre personas en pleito
Trabajar en servicios comuntarios , tales como limpieza , preparativos....
.- Hacer favores a quien los necesita
Y YA ESTÁ. ¿HAY ALGUN MOMENTO EN QUE UNOS Y OTROS NO EXPERIMENTEMOS QUE DIOS ES MISERICORDIOSO?
Hemos hecho una lista de posibles momentos en que vivir la misericordia. Es algo constante. Y como hoy surgen nuevas realidades, son nuevas las oportunidades en las que descubrir y vivir el Amor. LLUEVE A TODAS HORAS.
Gerardo Villar






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