martes, 9 de febrero de 2016

LA CASCARA Y LA NUEZ

Una cosa es el envoltorio, la cáscara y otra el contenido: la carne de la nuez.
Me recuerda esto una conversación que tuve. Ayer: “¿Por qué -me preguntaban – no nació Jesús en verano y pasaríamos menos frio con los belenes y cabalgatas? Sabemos en principio, es invierno en una parte del planeta y en la otra verano. Pero es que no sabemos la fecha del nacimiento de Jesús ni la hora. Es sustitución de la fiesta romana del nacimiento del dios Sol.
Me da la impresión de que en Navidad nos toca mucho la forma de narrarlo y nos quedamos con lo externo sin llegar a descubrir el mensaje. Nos quedamos con la cáscara.
La estrella, los ángeles, los pastores, los magos… pueden ser perfectamente con sus circunstancias el ropaje. Pero lo importante es el contenido: personas buscadoras de sentido para su vida, que descubren a Jesús. Iluminación que les viene de las Escrituras, verdad que encuentran en los pobres y en la realidad sencilla de la vida.
En la comunidad cristiana hablamos de lenguajes literarios. No podemos leer igual la poesía del Cantar de los Cantares que la novela de Jonás o la historia de los Macabeos.
La infancia, escrita en el primer siglo, tiene un estilo y unas formas de narrarse. Pero, ojo, una cosa es el mensaje que nos transmite y otra el papel de los personajes, el estilo,…
Todos sabemos que Superman no ha existido y entendemos lo que quiere significar. Jesús es lo importante. Lo que le rodea, incluido la forma de contarlo, es ropaje literario. Género literario. Cuando el dedo señala la luna, hay que mirar la luna, no el dedo. Cuando veo todas las carrozas, veo que nos quedamos en el dedo y se nos olvida aquello que los Magos buscan, que es Jesús
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