En marcha….
A la vuelta de cuarenta días nos espera la Pascua, para los creyentes cristianos la fiesta más importante del año. Y, antes, se abre para nosotros un tiempo precioso que, por los días que dura, llamamos “la Cuaresma”.
Es probable que para algunos oídos esta palabra les resulte arcaica y desfasada, porque sólo les evoca costumbres y contenidos ya superados.
. Pero se equivocan. La Cuaresma cristiana es algo rigurosamente moderno y actual, hasta el punto de que, si no existiera, habría que inventarla, si es que no queremos perder calidad humana y cristiana.
Cuaresma es tiempo de conversión, de cambio. Conversión (“metanoia”) significa, de hecho, cambio de rumbo, cambio de mentalidad; no significa hacer penitencia, ni torturarse el espíritu por descubrir que hemos mantenido actitudes que nos deterioran como seres humanos.
Aquí debemos hacer todos, un serio examen de conciencia. Cuántas veces hemos descubierto nuestros fallos y nos hemos conformado con ir a confesarlos, incluso cumpliendo una “penitencia”, pero no hemos cambiado el rumbo. No es extraño de que hayamos acabado por perder el sentido de la Cuaresma.
Nuestra propuesta es que nos centremos, este año, en la búsqueda y confrontación con la Buena Nueva, concretamente en lo que se refiere a nuestra vida, con nosotros mismos/as, con los demás, con la naturaleza y con Dios: son las cuatro relaciones constitutivas del ser humano, que abarca una auténtica Espiritualidad y que nosotros estamos llamados a vivir desde la actitud cristiana de la fe… Creemos que es una clave que puede ayudarnos mucho a vivir mejor esta dimensión determinante
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