Has estado como voluntaria este verano en Grecia
¿Cómo has ido?
Mi motivación por ir como voluntaria a los campos de refugiados surge de la necesidad de comprobar con mis propios ojos una realidad pésima y vergonzosa.
En abril decido informarme sobre cómo poder asistir como voluntaria y aportar mi granito de arena en los campos de refugiados de guerra en Grecia. Para ello, me pongo en contacto con Javier Murillo, persona que impulsó la iniciativa “Descálzate por Lesbos” a raíz de su experiencia en la isla de Lesbos como voluntario. Éste, me habla de la ONG Rowing Together fundada por él y por otros 4 compañeros con los que compartió su experiencia en Lesbos. Me cuenta que, además de un proyecto de asistencia médica a embarazas gracias a una ambulancia donada y un ecógrafo, quieren poner en marcha un proyecto educativo cuyo objetivo es amenizar el tiempo libre de los más pequeños en los campos, a través de la educación no formal y el deporte. Le facilito mi disponibilidad, y aunque con dudas iniciales, emprendo el viaje a Tesalónika (ciudad al norte de Grecia fronteriza a Macedonia) a mediados de agosto, junto con una compañera para llevar a cabo dicho proyecto educativo.
¿En qué ha consistido tu trabajo?
Como se ha indicado en la pregunta anterior, llevábamos a cabo un proyecto de educación no formal y tiempo libre. Nuestro equipo constaba de 6 personas. Un coordinador de grupo y fundador de la ONG cuya función entre otras, era prestar apoyo al grupo y conseguir permisos para acceder a los campos ya que sin éstos, nadie podía acceder. Además, convivía y viajaba con nosotros un traductor de árabe el cual era un propio refugiado. Por otro lado, el equipo médico estaba formado por una ginecóloga y una médico de familia. Alba y yo cerrábamos el grupo dinamizando el proyecto educativo. Todos viajábamos en la ambulancia visitando un campo por la mañana y otro por la tarde. Nuestro objetivo era realizar talleres y juegos mientras nuestros compañeros realizaban su trabajo en la ambulancia. Durante los 10 días que permaneció el quipo educativo visitamos un total de 8 campos, repitiendo la asistencia en ellos durante la segunda semana de nuestra estancia.
Entre otros, llevamos a cabo talleres de pulseras, dibujos, jugamos a juegos tradicionales como saltar a la comba, chocolate inglés, balón quemado, creábamos lazos a través del baile y la música, etc
¿Qué has visto allí?
La pregunta, tal formulada resulta bastante abierta. Podría concretar que hemos visto miseria, hostilidad, hacinamiento de personas, condiciones insalubres, ONGs en lucha para conseguir hacerse con el poder del campo y proyectos, intereses cruzados entre organizaciones y empresas griegas (sirva como ejemplo las empresas de catering que abastecen de comida los campos y por lo que cobran o empresas de limpieza que se encargan de la desinfección de las letrinas) mezcla de religiones, culturas y nacionalidades que fomentan un clima conflictivo, personas que han vivido una guerra y han visto como lo perdían todo, incluidos familiares y amigos, enfermos crónicos, adolescentes sin intereses, peleas y un largo etcétera.
Todos los refugiados tienen libre circulación por Grecia aunque lamentablemente, o no tienen dinero para viajar, o el campo en el que se encuentran está a decenas de kilómetros del pueblo más cercano. Esto se debe a que la mayor parte de campos, se encuentran a las afueras de Tesalónika ya que para dar cabida a todas las personas, se emplean naves abandonadas o sin uso rellenadas con tiendas sobre el suelo. Los menos afortunados, y cuando la nave está al completo, duermen en la calle bajo tiendas en las que en verano sube la temperatura hasta los 40 grados y en invierno, prefiero no pensarlo. Para los mínimos servicios de higiene personal, disponen de unos lavabos en la calle y unas letrinas, en las que con suerte, hay una imagen que marca si es para chicas o para chicos.
¿Cuántas personas son? ¿Por qué están allí?
El número total de refugiados es muy variable. Tanto, que ni el gobierno Griego puede estipularlo ya que el movimiento de refugiados es constante tanto de entrada a los campos como salida a través de la frontera de Macedonia. Según fuentes, Grecia alberga un número aproximado de 60.000 refugiados agrupados en diferentes campos. La gran mayoría provienen de Siria pero también los hay de Irak, Afganistán, Palestina, del pueblo olvidado del Kurdistán, Pakistán, e incluso había Argelinos y Marroquís entre otros. Casi todos huyen de su país en guerra en busca de una vida digna ya que en sus países de origen lo han perdido todo. Muchos no solo dejan atrás su negocio, su casa o sus familiares más cercanos (porque se han quedado allí o porque han fallecido durante la guerra) sino que también dejan su sentido de vida y pertenencia a un lugar, sentimiento de pueblo. Todos han tenido que pagar un precio muy alto a las mafias, económico y personal, para poder llegar a Europa y ahora se encuentran atrapados en una tienda a veces compartida con gente desconocida (como mínimo hay 3 personas) esperando a que Europa les ayude. Una Europa, que ahora les da la espalda.
Todos los campos actuales en Tesalónika se crearon a partir del famoso campo de Idomeni que fue desalojado para dividir a los propios refugiados en campos más pequeños y alejados de la frontera con Macedonia, destino actual por excelencia de todos ellos ya que este país se ha convertido en paso obligado para llegar hasta Alemania. Otro motivo por el que fue desalojado era porque las condiciones eran infrahumanas. Por lo general, este trayecto del norte de Grecia a Macedonia, suele ser nocturno y dura varios días aunque muchos no consiguen cruzar y son expulsados por la policía de Macedonia y
reubicados en un campo griego. Este hecho, produce que muchos, al tener que viajar con la menor carga posible abandonando enseres, cuando vuelven al campo, lo hayan perdido todo.
Desde mi punto de vista todos los refugiados necesitan encauzar su vida. Necesitan que los países europeos les den una oportunidad para desarrollarse como personas y así, poder encontrar el sentido a la vida que durante la guerra en sus países, muchos han perdido. Al contrario de lo que muchos piensan, no son terroristas, ni violadores, son PERSONAS; familias enteras, niños, jóvenes, ancianos… buscando ser felices. Los padres de los campos necesitan protección y seguridad para sus hijos y que los campos no
ofrecen. Necesitan un trabajo para que tanto ellos como sus hijos tengan un futuro digno. Los adolescentes y jóvenes, que en su mayoría han viajado y están solos, necesitan una motivación, una actividad, seguridad y un proyecto de futuro con el que poder sobrevivir fuera de malas influencias y construir una nueva vida. Los ancianos, quieren vivir sus últimos años en paz y ver como sus hijos, pueden vivir en una sociedad justa. Todos, quieren estar en un lugar donde las bombas no sean diarias e indiscriminadas, donde no sientan miedo y los terroristas, no puedan asesinar a su antojo. Porque en sus países, si hay terroristas y precisamente, eso es de lo que huyen.La mayoría tenían un oficio, una buena formación, en muchos casos universitaria, démosles una oportunidad y un derecho que les pertenece como personas; la vida. Tampoco creo que debamos olvidarnos de la gente que sigue sobreviviendo a la guerra, a la gente que no ha podido huir y sigue muriendo.
¿Qué sentimientos ha producido en tí?
Los sentimientos han sido variados y diversos, pero me quedo con un sentimiento de vergüenza y decepción de esta sociedad europea que se considera “desarrollada”. Si bien antes era sensible al conflicto, haber pasado por los campos griegos ha supuesto para mí un contacto directo con la realidad más cercana. He conocido a gente maravillosa y me queda la esperanza de que todavía sigan trabajando voluntarios, de todas las nacionalidades, en Grecia y en otros países en los que se encuentran “esperando” miles de refugiados de guerra a que alguien les tienda la mano.
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