Me ha gustado la pregunta de nuestro obispo sobre las fiestas del verano: ¿Por qué se confunden las fiestas religiosas añadiéndoles elementos totalmente ajenos que las privan de su origen y de su ser?
Empiezo a dialogar sobre ello. Abierto a otras respuestas.
Hay que reconocer que el país no es cristiano. Y que en las fiestas participan muchísimas personas que simplemente pasan de la fe. Ya no celebran la fiesta de un santo o de María sino las fiestas del pueblo. Sí que hay cristianos que viven su espíritu y su seguimiento a Jesús con mucha entrega en honor a esa memoria histórica.
Pero podemos pensar que las fiestas que dicen ser en honor de un santo, de María…, son fiestas nacidas al aire de la necesidad de vacaciones y juerga. Tras las cosechas recogidas había dinero para gastar. La iglesia intentó cristianizar esas fiestas queriendo darle un sentido religioso.
Quizás hoy podamos retomar, las personas que lo queramos, que no van a ser muchas, el sentido cristiano. Ahí sugiero algunas pistas:
.- Pienso que en las eucaristías no tiene sentido la presencia como tal de los políticos. Pueden participar como cristianos particulares. Celebro que haya políticos no creyentes que no quieran participar en las misas de las fiestas.
.- Las procesiones las hemos convertido entre todos en elemento turístico. A veces hasta reconocido oficialmente. Lo que me cuesta entender es la misión de un cura con ropa litúrgica en esas procesiones turísticas.
.-Tenemos una oportunidad preciosa para predicar anunciando no costumbres y tradiciones sino el evangelio. Y revisar lo que decimos en los cantos a ver si va con el Evangelio.
.- Hay gestos que no van con el espíritu evangélico: teles y fotos en las misas, primeros puestos.
.- Toda eucaristía ha de estar abierta a los más pobres. Ellos deben tener un lugar preferente y toda eucaristía ha de suponer un compartir real. Colectas a favor de los pobres. Un índice puede ser los mercadillos con fines solidarios e incluso intentar que el 0,7 de los gastos de las fiestas se dedique al tercero o cuarto mundo.
.- Hay muchos elementos cristianos: comidas en común, peñas, calderetes, acciones solidarias, baile y diversión, música…alegría. Quizás no vividos conscientemente como elementos cristianos.
Sí que me invito a pensar que nunca las fiestas pueden absorber los gastos del municipio, porque hay muchas personas de fuera. Luego, a lo largo del año, quedan pocas personas en el pueblo, pero necesitan muchas cosas y será bueno dedicarles dinero.
Seguimos dialogando. Las fiestas, como el país, ya no son por motivación evangélica, sino por restos de un nacionalcatolicismo. ¿Qué pensáis?
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